JOSÉ JUAN TABLADA
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sus otoños, acordando su paleta en los brocados del erablo,37 y como si eso no bastara, animó sus paisajes con figuras de vistoso indumento, empavesó los santuarios con mástiles y flámulas y banderolas; desplegó cortejos de daimios sobre los combos puentes; evocó en todas partes la tradición vetusta; exhumó a la leyenda de sus hondos relicarios y asomó por doquiera el rostro locuaz y expresivo de la vivaz anécdota.
    Y así, sutil arquitecto, levantó a la gloria de la sombría y hosca metrópoli japonesa, ese monumento hecho de color y de luz que se llama Meisho Yedo Hiakkei.
















37. Acer versicolor; verde en primavera y maravillosamente policromo en otoño.

 
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