JOSÉ JUAN TABLADA
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abruptos cantiles o árboles gigantescos, al pie de montañas culminantes o en medio de dilatados litorales frente a océanos insondables...
   No puede detenerse a mirarlo consideradamente, so pena de empequeñecer el amplio foco total de sus paisajes, y apenas si bosqueja con rápido trazo sus ademanes y sus gestos, ya lo mire inerte y estático o airado y vivaz... 

    Pero en esos croquis diminutos de la figura humana; en esos rápidos totales, ¡qué firmeza de observación y qué ciencia de psicología y qué verbosidad anecdótica!
     Habré de insistir en este punto, ya que es un milagro de sutil armonía, de perfecto equilibrio y de relaciones justísimas, sin precedente en arte alguno, esa sentimental incorporación de la figura humana al paisaje y a la naturaleza, realizado en la obra de Hiroshigué.
 
 
 
 











 
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