da; la hora crepuscular en que resuenan
las campanas de los templos vecinos...
Y al conjuro de las ocho palabras,
a la virtual evocación de diecisiete sílabas musicales, lee
el japonés:
"Con profusión tal florecen
los cerezos, que fingen una nube en lontananza... Pero no puedo saber
si ese sonido de campana, que me llega desde lejos, es del templo de Ueno
o del templo de Asakusa"...