JOSÉ JUAN TABLADA
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 japoneses; más allá, la charla de tres mujeres detenidas en la calle; grupos de amantes enlazados; muchachas contemplando pensativamente el vuelo de un pájaro. Figura también animales, muy a menudo: un buho sobre un árbol escueto; aves de presa; un gato asechando a una mariposa; gorriones buscando entre la nieve el alimento necesario a su vida, o flores, ramos de esos, compuestos según ritos29 determinados por diferentes escuelas."
    Aunque Tei San no menciona el paisaje como asunto de Toyohiro, reproducimos uno suyo que tiene particular importancia, siendo como fue su autor maestro del paisajista Hiroshigué. 
    Poéticamente titúlase el paisaje: Las campanas de la tarde en Ueno, y aquí se me ocurre que siendo Toyohiro amigo de los poetas hasta tomarlos por asunto de su pincel, debe, sin duda, haberse inspirado, para pintar su cuadro, en el célebre haikai —poesía miniatura— de Bashoo: 


Una nube de flores!
Es la campana de Ueno 
O la de Asakusa?...

    Pero resulta irreverente traducir esta clase de poesías japonesas que, originales, tienen una admirable concisión impresionista, y vertidas parecen incoherentes. No las gustará quien no las lea en japonés. Las ocho palabras que la forman sugieren al iniciado el aspecto róseo y nebuloso de los cerezos en flor en los parques de Yedo; el encantador paraje de Mukoshima, sobre la margen del río Sumi- 





29.  Los del Hanaiké o arte de las combinaciones florales.

 
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