Kuaji gá Yedo no hana desu.
(Los incendios son las flores de Yedo.)
Proverbio popular.





    La quinta noche de la undécima lunación del Nengo Bunsei, año 2º; al iniciarse el período Sho Kan o de los Leves Fríos y al comenzar la hora del Jabalí, el vigía que velaba sobre el alto andamiaje de su atalaya empinada sobre las negras techumbres del barrio de Asakusa Imato, en la ciudad de Yedo, dio la señal de un incendio que se iniciaba entre el templo y bonzería de la Diosa Kuanon Sama y el gran puente de Azuma, sobre el río Sumidagava.
    Asakusa Imato es un populoso barrio de placer. Sobre las márgenes del río y de los canales afluentes, tiéndense los merenderos de Mukoshima, casas de té, palestras de luchadores, circos, tiendas, barracas de fantoches y decidores de buena ventura, fondas y confiterías y, como centros suntuosos de esa ruidosa y pululante ciudad de placer dentro la sombría y enorme Yedo, el feérico teatro de Sibaïaya y el voluptuoso Shin Yoshivara; el templo de la Fantasía y el templo del Amor.
    Sobre las calles, y en los bajeles que surcan el río, la variedad de trajes y personas es paradójica y pintoresca. Pasan los sacerdotes; el rapado bonzo
 
 
 
 

 
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