XII

    Edmundo de Goncourt, el maestro venerado, con su mano aristócrata y senil, de 70 años, escribió después de enumerar las monografías que sobre arte japonés pensó crear: 
    "Ahora no importa el lugar donde la muerte interrumpa esta historia, yo habré, desde el reverso de la cubierta de mi primer volumen, por esa simple lista de cinco pintores, de dos lacadores, de un cincelador de hierro, de un escultor de madera, de un escultor de marfil, de un bordador, de un ceramista, yo habré indicado la manera y el método de relatar al Occidente, en sus diversas y múltiples manifestaciones, el Arte del Japón, el único país de la tierra en que el arte industrial toca siempre al gran Arte". 
    Edmundo de Goncourt, después de Outamaro, sólo alcanzó a escribir Hokusai; pero Hiroshigué estaba en la lista de los cinco pintores. 
    Ahora yo, en este remoto rincón del planeta que tal vez ni sospechó el maestro dilecto, recojo su designio trunco y trato de realizarlo en parte, como un hijo amantísimo cumpliría la póstuma voluntad de un padre venerado. 
    Con intransigente orgullo escribo sólo para los letrados, los artistas y los espíritus cultos y capaces de exaltarse hasta un arte superior. 
    Sólo para quienes fueran dignos de penetrar sin profanación ni desacato, al silencio y a la desnudez candorosa de uno de aquellos templos shintoístas que en las selvas de Izumo se ocultan como relicarios de maderas vírgenes, impolutas y balsámicas... 
    Y despojado de toda intención que no sea de  
 
 


 
Portada de Hiroshigué
Atrás Índice de los capítulos Adelante