Toreros

 

FICHA CATALOGRÁFICA
 

Carpeta V. Carpeta de forma italiana con pastas verdes, 52 folios con obra plástica de JJT.
9 7/8 x 6 1/4"
Descripción por folio.

43v) Toreros.
Acuarela, lápiz y lápiz de color sobre papel bond cuadriculado.
4 7/8 x 7 3/8"
[Al reverso otros dibujos a tinta, lápiz y lápiz de color.]
 
 

NOTA
 

En 1892, fecha que aparece en la parte inferior de esta acuarela, Tablada tenía 21 años. Escribía para El Universal, periódico que había comenzado a aceptar sus colaboraciones desde el año anterior. Tablada se encontraba en el inicio de su larga carrera periodística y llevaba una vida bohemia. El contacto que entonces tuvo con la tauromaquia fue, en gran parte, producto de ese estilo de vida. Llegó a conocer las reglas y terminología de la fiesta taurina con bastante profundidad. Su interés por el dibujo y la pintura lo llevó a aprovechar los motivos y escenas de ese espectáculo. Esta acuarela es uno de los varios ejercicios pictóricos de figuras en movimiento, con estudios de formas y ángulos, en los que posiblemente tuvo como modelos al Negrito Conde, Ponciano Díaz, Bernardo Gaviño o Rodolfo Gaona Jiménez, toreros famosos que menciona en sus memorias, en su Diario y en algunas de sus crónicas.
    En la parte superior de la imagen, un torero principal (¿Ponciano Díaz?) sale de una suerte con el capote en el hombro; en la siguiente, un banderillero (¿Carlos López?) espera la arrancada del toro para arrojarse a su encuentro y colocar un par de palitroques; la tercera figura es un torero saltando las tablas. Las dos últimas imágenes corresponden al torero en traje de luces de color azul; el hombre con la chaqueta café posiblemente sea un torero vestido a la usanza española del siglo XIX. El nombre de "Santa Colorada", escrito en el margen derecho de la imagen, quizá sea el de la antigua plaza de toros que existió en el estado de Jalisco y que, presumiblemente, Tablada visitó con algunos amigos o conocidos. Por el tipo de trazo y de papel, y por el tema taurino, se puede deducir que esta acuarela –como Cuadros taurinos y de charrería, Tres toros y un caballo y Toro de lidia– es un boceto realizado en la misma época que el resto.
    Tablada incluyó frecuentemente el tema de la tauromaquia en sus crónicas. Si al principio admiró el brillo del espectáculo y la destreza y valentía del torero, más tarde criticó la crueldad con que son sacrificados los animales y el furor de las multitudes. En La feria de la vida, aparece un ejemplo de esta segunda actitud respecto a la tauromaquia:

Para las muchedumbres contagiadas de aquel delirium tremens, el héroe máximo y epónimo era el torero y como poseer el mejor de ellos era la gloria suprema de la patria, había que reivindicar el valor de Lino Zamora sobre Bernardo Gaviño; del banderillero Carlos López, el Manchado, sobre el mejor reguiletero peninsular, y principalmente, la superioridad del matador nacional Ponciano Díaz "que hacía rodar al toro a la primera estocada", sobre sus osados competidores españoles, Juan León, el Mestizo, el ponderado y austero Villaverde y el clásico Viejo Machío... [p. 49].
En muchas otras crónicas, especialmente en las recogidas en los discos editados por el Instituto de Investigaciones Filológicas, Tablada alude a algunos de estos personajes, a menudo con el mismo tono ambiguo. Después de su conversión teosófica, este tipo de espectáculos o de comportamiento hacia los animales, le sirvió como prueba del estado de barbarie al que el hombre había llegado.
    En la crónica del 10 de junio de 1944 (CD-ROM México de día y de noche), Tablada reseña el libro Ponciano Díaz. Silueta de un torero de ayer (1943), de Manuel Horta. Complementando la información de Horta con la que ofrece Armando de Maria y Campos, en Ponciano. El torero con bigotes (1943), vemos que ambos autores se refieren a algunos pasajes de La feria de la vida, como el relato de la primera vez que el poeta fue a ver una corrida de toros, en la que se presentaba Bernardo Gaviño. Según De Maria y Campos, el poeta tendría unos 10 u 11 años.
    La fecha de 1892 anotada en la imagen, nos remite a un hecho interesante. Por cinco años, 1890-1894, estuvieron prohibidas las corridas de toros en la capital del país, donde en 1885 sólo había cinco plazas de toros: Huizachal, El Paseo, Colón, El Coliseo y San Rafael, además de una muy cercana en Tlalnepantla. Esto obligó a los toreros a hacer giras por los demás estados mientras se levantaba la prohibición. Supongo que la plaza de toros Santa Colorada estuvo en Guadalajara, que ya era entonces la segunda ciudad en importancia del país, porque en los libros de Horta y De Maria y Campos se mencionan solamente las plazas de Mérida, Puebla, ciudad de México, Querétaro y Veracruz.
 
 

AEHM