FICHA CATALOGRÁFICA
Carpeta V. Carpeta de forma italiana con pastas verdes, 52 folios con obra plástica de JJT.
9 7/8 x 6 1/4"
Descripción por folio.28) Catálogo de malacates.
Tinta sobre papel bond rayado.
[En el ext. sup. izq. ms. tinta negra: "Catálogo, Malacates. Nº 6 = Malacate en forma de cono truncado, de barro bermejo, pulido; en base superior tiene grabados en relieve ocho pequeños anillos y en la zona lateral una greca rectilínea. Valle de México". En el ext. inf. izq. ms. tinta negra: "Nº 7 = Malacate en forma de cono truncado, de aristas redondeadas; de barro bermejo pulido. La base inferior es convexa y no tiene más ornato que un reborde en la circunferencia inferior. Valle de México". Al reverso del dibujo ms. con tinta negra una lista de observaciones sobre los "Malacates".]
NOTA
En el capítulo XXXI del segundo volumen de sus memorias, Las sombras largas, Tablada rememora el aspecto que tenía su casa en Coyoacán. Recuerda, entre otras cosas, las figuras en los azulejos que decoraban la chimenea, su biblioteca y los variados objetos artísticos que encerraba. A propósito de un comentario elogioso de este recinto hecho por Francisco Gándara, en un artículo publicado en 1913, Tablada lo justifica y hace una descripción de sus colecciones –entre las que se encuentra la de objetos prehispánicos– y da algunos datos de su procedencia:
No había exageración en tal decir. Cuando yo comencé a formar mis colecciones de cerámica, hierro forjado, madera tallada, etcétera, era la Etas Aurea, del anticuario; los mercados estaban casi vírgenes en las poblaciones del interior, y cada viaje mío a Puebla, Querétaro o Guadalajara, era una opima cosecha de preciosos vestigios del pasado. Sucedían cosas maravillosas... Un peón ladrillero de los contornos de Atzcapotzalco dio conmigo, y todos los días me llevaba envueltos en sucio pañuelo los malacates, sellos cerámicos, idolillos y cuentas de jade o jadeíta que integraron mi colección arqueológica.La mención expresa de los malacates y de su vocación de coleccionador explica que haya creado un catálogo de este tipo de piezas. El hecho de que las páginas del catálogo hayan sido recortadas para mostrar sólo algunas piezas seleccionadas, destruyendo la información que se encontraba al reverso, lleva a pensar que la invasión en 1913 de su casa en Coyoacán arrasó con estos objetos y dejó sin sentido la existencia de un inventario cuidadoso como el que había elaborado. En el último capítulo de Las sombras largas, Tablada se pregunta por el paradero de sus colecciones y cuestiona, no sin cierta amargura, el apego del artista a las cosas materiales, ya desde una perspectiva teosófica más acentuada. Sobre la colección arqueológica de Tablada existe más información en la nota a la imagen Máscara prehispánica.
Según me refería, el subsuelo de donde tomaba la tierra para hacer adobes o ladrillos, estaba verdaderamente saturado de tepalcates, como él llamaba genérica y desdeñosamente a los codiciados y raros objetos.
Toda su maña consistía en ocultarme celosamente el nombre del lugar de donde los extraía y que después, por un azar, supe se llamaba San Simón...
Así, aquel mercader anticuario, poblano, de apellido Padilla, que cada semana iba a la ciudad angélica para regresar derramando sobre mi mesa de trabajo sus hatillos más maravillosos y emocionantes que las alforjas de los Santos Reyes...
¡Ah, lo que salía de aquellos envoltorios bastos y misteriosos! ¡Desde la heráldica pieza de cerrajería hasta la miniatura marfileña, desde el candil de irisadas almendras hasta la llave diminuta, pero forjada y cincelada, de alguna "almohadilla" colonial llena de cajuelas secretas! Y la probidad, la honradez esencial de aquel espejo de mercaderes que jamás trató de engañarme y que en los casos dudosos más se inclinaba a disminuir mérito de un objeto que a llenarlo de atribuciones fantásticas...
¡Cómo recuerdo al buen Padilla, grueso, moreno, de rizado pelo y aspecto un tanto eclesiástico, quizá por su continuo trato con los párrocos y sacristanes que a soncornujo le vendían objetos y accesorios del culto! [pp. 166-167].
RMS