Dos monos

 

FICHA CATALOGRÁFICA
 

Carpeta IV. Carpeta de forma italiana con pastas verdes, 46 folios, con obra plástica de JJT. Portada con dibujos.
9 3/4 x 6 1/4"
Descripción por folio.

20v) Dos monos.
Acuarela, lápiz y carbón sobre papel revolución.
8 x 5 1/2"
 
 

NOTA
 

Tablada debe de haber pintado esta acuarela en sus paseos por el Zoológico del Calvario, en Caracas, Venezuela, al igual que la acuarela Zoológico del Calvario y muy probablemente la titulada Un mono. Después de que se instaló en Nueva York, el poeta siguió frecuentando los zoológicos. En la crónica publicada en el periódico Excélsior, el 7 de enero de 1922, comenta la "Navidad de los monos", episodio que dice haber presenciado en el zoológico del Bronx. En el pabellón de estos animales había sido colocado un árbol de Navidad que los "cuadrumanos" contemplaron asombrados con "ojos brillantes" y "manos ávidas". Su infantil curiosidad por las esferas de colores, distraída por el olfato pronto cayó sobre las bolsas de papel que contenían manzanas, nueces y plátanos. Lo que más sorprende al poeta –y que utiliza para dar una lección moral a un supuesto diputado del Congreso de México que estaba ahí de vacaciones– es el orden con que desfilaron medio centenar de simios –orangutanes, titíes y gabones– para recibir su alimento, más civilizadamente que muchos humanos.
    Tablada insiste en este tema en el que se mezclan la comparación entre el comportamiento humano y el del mono, la piedad por los animales y la denuncia de la situación de estas criaturas en los zoológicos. Otra de sus crónicas finaliza con los siguientes párrafos bajo el subtítulo "Bestiario pintoresco":

Todo el mundo ríe ante la jaula de los monos y yo siento una piadosa tristeza, no por ellos, muy felices en su inocencia animal, sino por nosotros que tanto nos les asemejamos, pese a nuestro orgullo antropocéntrico. Es una verdadera humillación que sólo amortigua la inhumana vanidad, y mucho más si recordamos aquella estampa de Forain en la que de dos cocottes, frente a la jaula de los monos, una dice a la otra:
    –Exactamente iguales a los hombres... menos en el dinero!
    Hay que ser rico a toda costa, pienso mientras me alejo de aquella picota del amor propio!
    Entre las ondas de esmeralda de un mar de follaje, surge el cuello de una jirafa, como el periscopio de un submarino fantásticamente "camuflado"...
    El lago de los castores y sus obras de ingeniería hidráulica. La Isla de Robinson y los castores que son unos grandes conejos que se han cortado las orejas, improvisando con ellas un rabo que es una cuchara de albañil...
    Grandes ojos rasgados, soñadores, con grandes pestañas llenas de rimel, gruesos muslos color de rosa y enaguillas de plumas oscilando en cadencia... ¿Bailarinas?... No, lectora. Avestruces!
    Los hipopótamos se pudren en su charca sin darse cuenta en su soñoliento letargo de que están convirtiéndose en rocas, de igual modo que más allá, un tronco de árbol flotante, está como en la mitología, convirtiéndose en un animal: el caimán.
    Ruido estrepitoso de colegio de párvulos en recreo y de patio de vecindad lleno de comadres; gritos destemplados, aullidos, cacareos, chapuzones y al volver el rostro, inmenso invernadero, bajo cuyos cristales las flores vuelan en relámpagos de color y arco-iris fugaces... el Aviarium!
    Gallináceas algareras y zancudas inmóviles y loros gárrulos y guacamayas de insolentes colores y en aquel baile de fantasía exasperado de jazz, el que parece director de orquesta, un importante cuervo que croasa el leit-motiv a regulares intervalos... En aquel páramo descubro algo con la emoción de ver de pronto a un amigo ausente o de encontrar algo que creíamos perdido... Son nada menos que dos ánades veracruzanos que descubro con emoción y nostalgia, dos "pijijes" muy mexicanos y como perdidos en aquella Babel cosmopolita...
    Son las aves familiares que ornaron largo tiempo mi huerto de Coyoacán, que me inspiraron un poema cuya buena fortuna mereció caluroso elogio de Lugones: Visten hábitos carmelitas / Los ánades veracruzanos / Y como dos frailes hermanos / En actitudes estilitas / Sueñan lagunas y pantanos.
    Y como la ausencia de la patria es como cautiverio lleno de nostalgia, identifico la mía con la de las aves, con su: "Nostálgico atavismo del hondo cielo luminoso"...
    Más allá, sobre una pradera de esmeralda, el sol occiduo alarga fantásticamente la sombra de los búfalos gigantes, "reyes de nuestras praderas" septentrionales en románticos días pasados para siempre... [El Universal, 20 de junio de 1926, en el CD-ROM La Babilonia de Hierro].
En la nota a la imagen Un mono, se citan otros párrafos, pertenecientes a una crónica escrita ya en México, en los que el poeta condena el estado en que se encuentran los animales en el zoológico de Chapultepec.
    Tablada se refirió a los monos en muchas crónicas más, desde la reseña de la película King-Kong y la mujer blanca (1933) hasta los experimentos de injertos de glándulas genitales de monos en seres humanos, pasando, desde luego, por el tema del darwinismo.
 
 

RMS