Un mono

 

FICHA CATALOGRÁFICA
 

Carpeta IV. Carpeta de forma italiana con pastas verdes, 46 folios, con obra plástica de JJT. Portada con dibujos.
9 3/4 x 6 1/4"
Descripción por folio.

20) Un mono.
Acuarela, carbón y tinta sobre papel bond.
6 3/4 x 9 1/8"
[Al reverso del dibujo una carta borrosa dirigida a S. Y. Washburn & Co.]
 
 

NOTA
 

Al igual que con otros animales, Tablada se lamenta de las condiciones en que viven los monos en los zoológicos y aprovecha sus espacios periodísticos para abogar por ellos. En la crónica: "El Jardín de los Suplicios.- Elefante agrarista.- La Isla de los Monos.- Águilas cautivas", después de hacer una visita al zoológico de Chapultepec, escribe:

Vengo de la menagerie de Chapultepec, del lamentable lugar que nos atrevemos a llamar "parque zoológico" con más jactancia que justicia.
    Y al recordar el del Bronx neoyorquino, agreste y grandioso, hospitalario y solícito para los animales, "nuestros hermanos inocentes", siento que el nuestro no es jardín zoológico, sino Jardín de los Suplicios...
    No existe un solo animal en aquel doloroso recinto que no demuestre el sufrimiento en forma pasiva, de infinito y corrosivo tedio, o en crisis aguda hasta el paroxismo. Todos revelan en su piel, zalea o plumaje y en su continente, la pesadumbre de los instantes que deben caerles encima como gotas de plomo derretido...
    Bestias inocentes, condenadas por el hombre, que, debiendo ser su protector, es, en el caso, su verdugo, a prisión perpetua y martirio incesante; al ostracismo de la selva infinita y el cielo abierto, a la inmovilidad de las patas veloces o a la atrofia de las alas poderosas...
    ¡Oh, esas miradas que barren al visitante con reconcentrado rencor o con desprecio que se ha cansado de ser odio! ¡Oh, esos bostezos desquijarados, mudo alarido del tedium vitae y ese lento ir y venir dentro de las jaulas estrechas y fétidas, qué testimonios de la crueldad o, mejor, de la ignorancia humana! [...]
    En cuanto al alimento, en las jaulas de los carnívoros mírase y huélase la carne o, más bien dicho, la carnuza a punto de volverse carroña. En los zoocomios modelos o siquiera decentes, jamás se ve tal cosa pues fuera de la hora de comida, las jaulas de los carniceros están limpias.
    Otros espectáculos ofenden al visitante, como, por ejemplo, el charco cenagoso y lleno de detritus, donde los cíbolos o búfalos deberían solazarse y aun limpiarse de parásitos... Que no usan mucho esas aguas lo denotan las resignadas bestias en su pelambrera apelmazada y llena de carlangas añejas.
    Otro tanto sucede con la "Isla de los Monos", deprimente imagen de una sociedad humana en ruptura de disciplinas éticas y obligaciones sociales...
    Pero al revés de los otros reclusos bajo estricto régimen celular, los monos no sólo no han perdido esa esperanza de libertad que sostiene a los prisioneros humanos y es viático del cautiverio, sino que sagazmente se ponen en franquía, vagan por los espacios abiertos y sin molestar a sus hermanos simios ni a sus medio hermanos hombres, hacen un uso parsimonioso y correcto de la libertad.
    A no ser por las tenebrosas y horripilantes ratas que abundan en la Isla, los insulares serían felices... Pero, bien visto, esas ratas hacen más fiel la imagen de una sociedad humana a la que sin cesar victimizan, como a la nuestra, toda especie de ratas o... rateros [Excélsior, 22 de septiembre de 1936, en el CD-ROM México de día y de noche].
Véase los siguientes dibujos que también tienen por tema a los monos: Dos monos, Zoológico del Calvario, Cabeza y palma de mono y Tres rostros (mono y dos hombres con sombrero).
 
 

PMJ