Tablada y Tresguerras
 
 
 
 

En su Historia del arte en México, publicada en 1927, José Juan Tablada consagra seis páginas a la obra de Tresguerras, a quien llama "verdadera gloria del arte nacional". Más lejos agrega: "Es un ilustre mexicano cuyo ejemplo debe de seguirse y cuyo recuerdo debe venerarse con gratitud". La "personalidad interesantísima" -son también palabras suyas- del arquitecto, pintor, grabador, escultor, tallista, versificador y músico había de inspirar una simpatía tanto más cálida cuanto que la multiplicidad de actividades era rasgo de similitud entre ambos. Poeta fue Tablada, y periodista, crítico de arte, novelista, acuarelista, dibujante, micólogo, japonista, humorista, funcionario; visitó el ceñido uniforme diplomático y, a semejanza de Tresguerras -según lo que de éste refiere Poinsett-, llevó espadín al costado.

    Movido por aquellos sentimientos empezó en1921, en Nueva York, a escribir una monografía acerca de don Francisco Eduardo. La dejó a medio hacer. En 1932 dio algunas páginas de ella a la revista Nuestro México. El original consta de 27 cuartillas mecanografiadas a renglón cerrado y 35 manuscritas. No están numeradas sucesivamente, aunque sí por capítulos. En la parte baja de una hoja de papel -casi totalmente cubierta de anotaciones con lápiz, en los renglones algunas, las más en diagonales- figura el sumario del proyectado libro.

    Comenzaría éste por un Proemio que no existe en el legajo, probablemente su redacción quedó pospuesta a la terminación del texto. El primer capítulo se titula: El Bajío, teatro folklórico. Encomia el poeta aquella hermosa comarca, su fertilidad, sus canciones. Alaba a Celaya y sus productos de artesanía. Bosqueja su historia e imagina a Tresguerras en "lo provincial cotidiano".

    Como lo que se sabe de la vida del insigne celayense está entrecortado por grandes lagunas, Tablada establece un "andamio cronológico" bajo el título de Datario biográfico. Le supone nacido en 1745, fecha admitida cuando él escribía: ahora se sabe que vio la luz el 13 de octubre de 1759.

    Dedica Tablada el tercer capítulo a la cultura de su biografiado, mencionando algunos títulos de los libros que poseía: parece inconcluso este texto, pues, manuscrito a lápiz, no llena más de dos cuartillas y media. El cuarto, Celaya en festival, tiene como subtítulo: Toros y Arte. Versa sobre las fiestas celebradas en 1791 con motivo de la jura del rey Carlos IV. Fue el año en que Fray José Manuel Martínez de Navarrete, mozo entonces de veintitrés, llegó allí para estudiar filosofía en el convento franciscano. Con ese motivo Tablada redacta el capítulo siguiente, al que titula: En donde el arquitecto Tresguerras y el poeta Fray Manuel de Navarrete hablan de corridas de toros y del Pensador Mexicano. En esto último la fantasía del autor le conduce lejos: imagina que desde Tepotzotlán, Lizardi enviaba a Navarrete "discursos" firmados El Pensador, y pone en boca del destinatario estas palabras acerca de su corresponsal: "Apenas tiene veinte años y hace ya cuatro que logró su bachillerato en la Universidad de México. Es latinista, filósofo, buen teólogo". Hácelo erudito en cosas de filipinas, aprendidas "leyendo y averiguando de nuestro mártir Felipe de Jesús"; y supone que ya "tenía en el magín cierta peregrina novela cuyo héroe había de ir a aquellas tierras levantinas" y que "preparaba cierto diálogo prestando voz a toro y caballo para, mereced a ese artificio, reproducir la iniquidad de la tauromaquia.

    Improbable, por demasiado prematuro, es todo eso. Cuando comenzaron las fiestas, el 13 de diciembre de 1791, el futuro autor del Periquillo Sarniento, nació el 15 de noviembre de 1776, contaba solamente quince años. De notar es asimismo, en el supuesto diálogo, esta frase de Navarrete: "y por mi poca estatura"; años después, en carta a don Carlos María de Bustamante, se describiría como "alto y no muy mal formado". Ofrecen esas páginas vivo interés porque son un ensayo de Tablada en el género novelesco, del que sólo dejó una obra acabada: La resurrección de los ídolos, salida de prensas en 1924.

    Describe en seguida aquellos "festivales insólitos" y alude a la rivalidad de algunos arquitectos queretanos con su émulo, que los apodaba "arquitetes". En el capítulo titulado Tresguerras y Poinsett zarandea a este antipático visitante. Bosqueja la tertulia adonde ambos fueron el 17 de noviembre de 1822 y da esa página título de Estampa antigua. A fuer de poeta, se toma la licencia de imaginar lo soñado aquella noche por el diplomático y por el arquitecto.

    Manuscrito con lápiz está el capítulo En el mesón de Tresguerras. Éste, que lo había edificado, gustaba de ir allí para conversar con los forasteros y saber noticias. Las confidencias de un pintoresco arriero le traen a la memoria la garrida imagen de Chole, la cantadora tapatía -cuyo nombre suena también en el poema El gallo magnánimo, de Tablada-; y ese recuerdo de mocedad le aviva asimismo el de Remedios, la joven queretana de la que estuvo enamorado y que, contrariada por su familia, deseosa de casarla con otro galán, optó por el monjío y profesó en las Clarisas.

    El sumario indica como postrer capítulo El viajero del Ganges, alusión a la epidemia del cólera que el 13 de agosto de 1833 segó la vida de Tresguerras. A lo que parece, no fue escrito.

    En tres apéndices debían quedar comentadas las obras arquitectónicas, pictóricas y literarias del inquieto artista. Respecto a lo primero, varias cuartillas tienen anotaciones con lápiz, así la que enumera escuetamente las construcciones por él dirigidas en Querétaro, Celaya, Guanajuato y san Luis Potosí. Quedaron terminadas las cuartillas relativas a La fuente de Neptuno, en Querétaro; pero más que de ella, elegantemente descrita, habla Tablada del acueducto con que dotó a la bellísima ciudad el marqués de la Villa de Villar del Águila. Del capítulo sobre El templo del Carmen sólo existe el título, trazado con lápiz en lo alto de una cuartilla. Tocante a las obras pictóricas y los grabados sólo hay sucintas y no completas enumeraciones. En cambio, son interesantes los datos acerca del manuscrito conservado en la Escuela de Artes Plásticas, cuya portada reza: "Varias piezas divertidas, en prosa y verso, por Dn. Francisco Tresguerras, Grabador y Profesor de las Tres Nobles artes". La descripción de la iglesia del Carmen, por su constructor, publicada en el Diario de México en diciembre de 1808, está mecanografiada al reverso de siete hojas de papel para oficio de la Secretaría de Educación Pública. Una cuartilla recoge algunas "Opiniones y citas"; otra, un poema de Pablo J. Villaseñor en loor de Tresguerras, tomado de La ilustración mexicana, año de 1853. Las tres últimas hojas del legajo contienen en comienzo de Bibliografía y otro de Iconografía de Tresguerras.

    De sentir es que Tablada no lograse recabar toda la documentación necesaria para corregir y concluir su libro. Lo existente es de muy grata lectura, a modo de biografía anovelada -género entonces a la moda-, pues, con pie en los datos allegados, la imaginación feracísima del poeta prestó nueva vida al versátil y genial artista celayense.

 
 

Octubre de 1959
 

 


 Índice Home