Proyectos literarios de José Juan Tablada
 
 
 
 

Puesto que la imaginación es cualidad distintiva del artista, no será aventurado suponer que a José Juan tablada la suya, fertilísima, le hacía anticipar como obra en curso de ejecución la que aún no pasaba de proyecto. De varias de esas esperanzas fallidas hablaremos ahora, sin agotar el tema.

    Nunca llegó a tomar forma un libro en que, según todas las probabilidades, se proponía reunir sus reflexiones y comentarios sobre la Teosofía, e inclusive pensamientos y disertaciones de esa naturaleza. De él hablaba a quien esto escribe, en carta el 19 de marzo de 1925. Tras de aludir a las “maravillosas y extrahumanas posibilidades” del espíritu, y de enumerar los atributos de la superhombría teosófica: “concepción de la cuarta dimensión, conciencia cósmica (su vislumbre al menos), sentimiento de la inmortalidad, del inmenso pasado, del futuro esplendoroso de nuestro yo”, condensaba su criterio: “Es la Gran Aventura (título de un libro probable, futuro, próximo), la única Aventura posible para nosotros, la sola oportunidad para corazones de Argólidas, de Lusíadas...” Adviértase la gradación de adjetivos con que la imaginación acerca el libro hacia la realidad, a la que nunca llegó. Adviértase, asimismo, el error de pluma con que acaba la cita: “Lusíadas”, o sea, acciones heroicas de los lusitanos, y no de algún valeroso Luis, cantó Camoens en su inmortal, bellísima epopeya.

    De tres obras de tablada sólo hemos encontrado mención en la lista por él suministrada a don Alberto María Carreño para el libro compilado por ese erudito historiador, con el título de La obra personal de los miembros de la Academia Mexicana. Se mencionan ahí tres de los innumerables artículos que el poeta dio a los periódicos, y, aparte, otros títulos de que hamos hablado en artículos anteriores o hablaremos más adelante, los siguientes, sin indicación de que sean obras inéditas o en proyecto: La embrujada, novela; Breviario erótico, prosa, y Scherezada y la Luna. Ninguna referencia hemos hallado en las cartas del poeta que nos ha sido dable leer.

    Anúnciase en la misma bibliografía México en la gran Colombia, donde sin duda hubiera recopilado Tablada los artículos que publicó durante su permanencia en aquella República y en Venezuela. Del libro que se proponía escribir bajo el título de En tierras de Bolívar y el subtítulo de Ensayos sociológicos sabemos que hubiera reunido “impresiones d estos países y relatos en mis trabajos en la Misión” -sobreentendido: Diplomática-, como Secretario de la Legación de México en Bogotá y, después, en Caracas. Así lo dice en un memorándum enviado al Presidente Carranza, sin fecha pero que debe de ser de mediados de noviembre de 1919, porque en él menciona publicaciones hechas a principios de ese mes. Enumera los artículos y ensayos que publicó durante su actuación diplomática. Sería bastante árido insertar aquí la lista, y bastará el caso indicar que la resume en la siguiente forma: sobre política mexicana, quince; culturales, veintidós; seis sobre temas colombianos y ortos tantos relativos a Venezuela; siete culturales y políticos publicados en nueva York, antes o después de su viaje a Sud América; y cuarto atañaderos a nuestra cultura, que dio a periódicos de La Habana; en total, sesenta. Añade los dos libros de “poemas sintéticos” y de “versos ideográficos” publicados en Caracas, las dos conferencias allí sustentadas, una sobre Artes Plásticas Mexicanas, recogida en folleto; otra sobre nuestra poesía, y suma a todo ello dieciséis artículos donde se comentó su producción literaria aparecidos en periódicos colombianos, y medio centenar en diarios y revistas de Venezuela con el mismo asunto.

    En octubre de 1925 nos decía en una carta: “Concluyo una Antología de Poetas Modernos del Continente nuestro. “Con el título de Poetas modernos latinoamericanos (Antología) y la indicación Appleton, New York, figura entre sus obras en prosa en la “Bibliografía” recogida en La feria. No hemos llegado a ver ejemplar alguno e ignoramos, por tanto, si tomaba el poeta sus esperanzas por realidades, tal como lo hacía con Los mejores poemas de José Juan Tablada, libro que incluye en el lote Poesía de la precipitada relación de obras, aunque apenas estaba apalabrado con la Editorial Franco-Ibero-Americana, de París; sólo quince años después, y en México, vio la luz.

 Otro caso más: en carta del 27 de julio de 1924 a don Artemio de Valle-Arizpe, le decía: "Aunque con lentitud, escribo un libro que llamaré Mis amigos, o cosa así", y le anunciaba que habría algunas páginas acerca de él. Era, verosímilmente, el proyecto de coleccionar en un volumen sus artículos sobre escritores que le mereciesen el concepto enunciado en el título.

    En junio de 1924 anunciaba su propósito de preparar un folleto en inglés, que se titularía The Mexican P. E. N. Club, y contendría el retrato y una corta noticia biográfica y apologética de cada uno de los miembros de esa agrupación. Su fantasía la representaba fácilmente el aspecto del opúsculo, cuya cubierta se proponía ilustrar con un dibujo del excelente artista a quien, por su corta edad, todos sus amigos llamaban entonces “el chamaco Covarrubias”. Más lejos todavía le llevaba la imaginación: a ver como “de utilidad práctica” la inclusión en el proyecto de la papeleta bibliográfica de cada socio, pues, decía, “las Universidades, Colegios y bibliotecas pedirían las obras de nuestros escritores a los editores”. El acopio de información fue lento, pero en noviembre de ese año declaraba el poeta que el folleto estaba concluido -entiéndase: la redacción del texto y la recopilación de fotografías-, y que el dibujante trabajaba en hacer las benignas caricaturas para la cubierta. Con las ilustraciones el costo de la edición sería de doscientos cincuenta a trescientos dólares. Mas hubo ataques al P. E. N. Club Mexicano y, en cambio, no hubo el puñadito de dólares; el folleto quedóse nonato.

    En agosto de 1924 proyectaba publicar un periódico titulado México en New York, cuyo primer número contendría estudios y comentarios acerca del general Calles, entonces Presidente Electo. Obtuvo algunos juicios y acopió varios textos. Llegó hasta pedir presupuesto. Y a mediados de noviembre le remitió al Subsecretario de Relaciones Exteriores un artículo, “que fue a lo que se redujo mi proyecto, por falta de medios materiales”.

    Otro intento periodístico le falló también: un “magazine” que pensaba titular Mexican Arts. En abril de 1923 hablaba del presupuesto que próximamente recabaría. A fines de agosto la revista se había reducido a un folleto, a cambio de alargarse el título -a menos que se tratase de un plan diferente- pues el poeta escribía: “Del folleto Mexican Art in New York ya tengo entregado todo el material a la imprenta; y añadía que reunió para ese opúsculo opiniones importantes” que consagran nuestro arte moderno”. No hemos hallado mención ulterior: sin duda faltaron también los “medios materiales”, obstáculo frecuentísimo entre las ilusiones y la realidad.

    Con suerte adversa corrió, asimismo, su discurso de recepción como individuo de número de la Academia Mexicana Correspondiente de la Real Española, obra de sus últimos años. No llegó a leerlo ni, en consecuencia, a publicarlo; era demasiado corto, de poco más de las dimensiones normales -unas mil quinientas palabras- de un artículo de periódico, y le fue devuelto para que lo ampliase a la extensión conveniente. Las fallas de su salud y su postrera expatriación no le dejaron tiempo para hacerlo así.

    Entre la infinidad de escritos de Tablada no recopilados han de contarse diversas traducciones. No tenemos posibilidad de establecer aquí la lista de ellas, y hemos de limitarnos a mencionar tan sólo unas cuantas. En la sección Rostros y Máscaras con que, en 1891, a los veinte años de edad, comenzó en El Universal de Reyes Spíndola su carrera literaria, dio a conocer en español un poema de Richepin y párrafos de Edmundo de Goncourt sobre la interpretación de los monstruos por los artistas japoneses. Tradujo del portugués El rey Galaor, poema dramático de Eugenio de Castro; la Revista Moderna publicó la traducción desde abril hasta julio de 1902. Allí mismo aparecieron, a mediados de 1904, su versión de El manjar de los dioses, novela fantástica de Wells, y en 1905 la de Sobre la piedra blanca de Anatole France. En El Imparcial número del 16 de octubre de 1910, puede leerse su traducción del poema Cristobal Cólon, obra de la finada esposa del general Ottis. Y huelga recordar que en la segunda edición de el Florilegio incluyó paráfrasis de una docena de poesías japonesas, la de un poema de Baudelaire y las traducciones de dos sonetos de Heredia. Estos sucintos apuntes bastarán para dar idea de la variedad de las actividades de Tablada como traductor.

    Algo queda por decir acerca de sus libros nonatos. Volveremos una vez sobre ello.
 
 
 

Junio de 1954
 
 

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