Marte R. Gómez, escritor
 
 
 
 

    Con el Ingeniero Marte R. Gómez trabé amistad a mediados de 1930, en "lejanas tierras", en París. Allí trabajaba yo, en nuestra Legación. Cuando el Ingeniero Alberto j. Pani, fue nombrado Secretario de Hacienda y Crédito Público -después de habernos representado en Francia y en España-, me invitó a que viniera a México, para colaborar con él en su Secretaría Particular. Al sustituirlo el Ingeniero Marte R. Gómez, cuya amistad seguía yo cultivando, me invitó a su vez para que siguiera a su lado.

    Más tarde el Ingeniero Gómez fue nombrado Embajador ante la Sociedad de Naciones y Ministro de México en Francia. Esto último porque en aquel tiempo, aún no habían sido elevadas a la categoría de Embajadas las representaciones de México en el extranjero. También en esta ocasión el Ingeniero Gómez, me invitó a que fuera a colaborar con él en Francia.

     El interés principal del Ingeniero Gómez ha sido, a lo largo de su vida, todo lo que se relaciona con la agricultura. A ella le ha dedicado horas muy fructíferas de su vida. Por eso en Francia, durante los años de 1931 y 1932, siguió diversos cursos sobre crédito agrícola, e hizo estudios en la Escuela Libre de Ciencias Políticas.

    De 1940 a 1946, tuve la satisfacción de colaborar con el Ingeniero Gómez, desempeñando su Secretaría Particular durante el tiempo en que fue Secretario de Agricultura y Fomento. Con ese motivo leí mucho de lo escrito por él y corregí pruebas de imprenta de los informes de labores de la Secretaría que desempeñaba y que publicó regularmente desde 1941 hasta 1946.

      No se trata en este caso de trabajos que deban incluirse en ninguna bibliografía de tipo literario; constituyen aportación técnica y sólo deben figurar como papeletas en su bibliografía, ya que en ellos se ponen de manifiesto sus domes como escritor: dones de claridad, de criterio, de aliño y de elegancia, de erudición también, que le permiten sacar a relucir citas jugosas, y bien venidas al punto. Con apoyo en esas verdades evidentes se puede decir que Marte R. Gómez es un escritor. A justo título lo incluyó pues Genaro Estrada en la Nómina que de ellos sacó a luz, y le menciona José Luis Martínez en su Bibliografía de la literatura Mexicana (1910-1949) como autor de la novela corta El Carbunclo, publicada en pequeña edición en Revistas de Revistas.

    Durante su estancia en París, por supuesto, fue a caza de libros viejos, por tiendas especializadas en ellos, y por los cajones de los vendedores, en los parapetos que encauzan al río Sena. Entre sus hallazgos es interesante mencionar Los Viajes de Thomas Gage y La Historia de los Establecimientos Europeos en las Dos Indias de Raynal, así como libros y folletos sobre la Intervención Francesa en México. Algunos libros mexicanos halló y éste es pormenor grato, pues si place comprar un libro raro, el contento es mayor cuando es hallado en condiciones peculiares. Rescatar para una biblioteca mexicana libros de México en país distante, dobla el contento de obtenerlos.

    En largos años de búsqueda por las librerías de lance, ha logrado reunir una interesante colección de documentos y libros tamaulipecos. Uno de esos lo que parecía el único ejemplar conocido de la Constitución Política del Estado Libre de Tamaulipas, sancionado por su Congreso Constituyente el 6 de mayo de 1825; está impreso en Ciudad Victoria y forma un tomito en 8o. menor de 78 páginas. Con los señores Lic. Emilio Portés Gil y Lic. José Lorenzo Cosío, costeó a fines de 1942, una edición en facsímile de ese libro, cien ejemplares numerados, y con ellos firma la Introducción, en la que indican sucintamente las características de aquella Carta, la primera que tuvo el Estado y algunos de cuyos preceptos, sea dicho de paso, son de inspiración muy moderna. Con posterioridad consiguió otro ejemplar, que generosamente regaló a un distinguido historiador tamaulipeco.

    Recién comenzada la administración del señor Presidente Ávila Camacho, don Marte, como Secretario de Agricultura y Fomento, consagró su primera visita a la importante Comarca Lagunera. Sobre su situación redactó un informe con una serie de acuerdos; ese trabajo fue publicado.

    Fechado el 9 de abril de 1941, redactó después un substancial informe bajo el título de: Problemas Económicos Agrícolas de Campeche, que el gobierno de aquella entidad editó. Es una exposición franca y categórica de la situación por la que entonces atravesaba aquel Estado, y la completan los Acuerdos Presidenciales encaminados a resolver sus diferentes problemas agrícolas y forestales. Buen trabajo, documentado con abundancia, expuesto con orden y claridad, razonado con acierto y cuyas conclusiones son, como ahora se dice, constructivas.

    La Bibliografía Agrícola y Agraria de México, obra dirigida y prologada por don Marte, corrió con mala suerte. Empezada en 1929, diversos percances dificultaron la recopilación de los datos que la formarían. Reanudada en 1941, se terminó de imprimir en noviembre de 1946, pero la distribución sufrió tantos trastornos casi como la preparación de las fichas, y el segundo tomo resulta difícil de localizar, como no sea por los afortunados bibliófilos que alcanzaron a obtener algunos ejemplares.

    Algunas de las peripecias de este trabajo las menciona el prologuista que hace cumplido elogio de los pacientes recopiladores y clasificadores de las seis mil y tantas papeletas allí recogidas, y expone el plan de la obra. En este caso, también, compuso don Marte un excelente prólogo, claro explícito, rico en información, y de galano estilo.

    Después de publicada esa obra, por lo demás, don Marte no ha podido dejarla de la mano. Continúa recogiendo papeletas para enriquecerla él mismo, o para que la enriquezcan otros con nuevas referencias de obras, folletos, sobre todo, que son verdadera rareza bibliográfica y que él pacientemente atesora.

    En 1930, siendo Gobernador del estado de Tamaulipas, prologó el libro de don Lorenzo Garza, libro intitulado Dos hermanos héroes, o sea el sacerdote don José Antonio Gutiérrez de Lara, primer Diputado tamaulipeco al Congreso general, y el coronel don José Bernardo del mismo nombre, primer Gobernador de aquella Entidad. Salvo así un trabajo que estuvo a punto de perderse, puesto que la edición original, por no sé qué motivos, desapareció con la única excepción del ejemplar rescatado por don Marte, y agregado a su biblioteca de obras de Tamaulipas, o hechas por tamaulipecos.

    En octubre de 1943 prologó Chapingo, donde el llorado Júbilo recogió recuerdos de su paso por la Escuela Nacional de Agricultura, de la que en 1923 y 1924, fue don Marte Director. El subtítulo reza: Evocaciones de un profesor de Zoología. Porque el despreocupado humorista fue también docto y grave profesor de aquella ciencia. Por cierto que el capítulo final del libro del amigo del Castillo se titula Epílogo sobre el prólogo, y es el donoso relato de las peripecias que sufrió el original de éste cuando pasó a manos del narrador.

    En enero de 1948 salió a luz el Estudio Preliminar sobre la manera de proceder al Levantamiento de la Carta Militar, Catastral, Civil y Política del País, del ingeniero don Francisco Díaz Rivero, que permaneció inédito durante medio siglo. Conociólo el ingeniero Gómez, y los méritos del trabajo le movieron a hacerlo editar en facsímile, en edición de 300 ejemplos numerados.

    "Con extraordinaria visión -dice el ingeniero Gómez, en su ameno y bien documentado prólogo-, con solidez de juicio que le hace distinguirse de todos sus contemporáneos, el ingeniero Francisco Díaz Rivero, fue quizás el primero en ver la necesidad de que nuestro país contara con un canevá geodésico, que sirviera de armadura indeformable a todos los demás trabajos geográficos de México, el primero que tuvo también conciencia clara de los errores en que se incurría". No sólo como prologuista merece elogio don Marte, en lo que a esa publicación atañe, sino por haberla sacado a luz, pues el Estudio prestigia a la ciencia nacional: obra patriótica es dar a conocer la obra de un buen mexicano, de los que traducen en actos el patriotismo, no de los que limitan a inflamada verborrea.

    En mayo de 1947 se publicó la segunda edición de Corona de sombra, obra maestra del dramaturgo don Rodolfo Usigli, quien a modo de epílogo insertó la extensa carta en que meses antes, después de leer la primera edición de esa "pieza antihistórica" -como el autor la llama-, don Marte había reunido las objeciones que la erudición tiene el derecho de hacer a las voluntarias infidelidades del autor hacia "la severa Clío"; carta muy sagaz y docta, de excelente crítico.

    Uno de los prólogos más amenos, de más ágil espíritu más sonriente es el puesto al delicioso libro de Enrique Fernández Ledesma publicado, póstumo, en 1950: La gracia de los retratos antiguos. Son cinco páginas en donde queda dicho con elegante claridad cuanto acerca del malogrado autor y de las peripecias por las que su libro pasó, había que decir.

    Prologó asimismo el libro del escritor cubano don Alberto Arredondo, titulado: El Crédito Agrícola en México, publicado en La Habana, al mediar 1943. Tuvo el acierto de indicar que no comparte todos los juicios que el autor emite sobre nuestras "orientaciones financieras y políticas", no sin reconocer que "dice sinceramente lo que piensa y que no hay malicia ni partidarismo en sus juicios". La reserva es prudente, pues el libro, aunque entusiasta y lleno de simpatía hacia México, es sólo una exposición general de nuestra legislación sobre esa materia.

    A menudo, esos prólogos son cabales ensayos sobre la materia tratada en el libro. A veces, ensayos históricos, tal el puesto a Díaz Rivero, pues recoge ahí erudita información sobre los trabajos previos de la misma índole.

    Debemos recordar también los Planes de Movilización Agrícola, publicados de 1942 a 1945 y en los que, año tras año, el entonces Secretario de Agricultura hacía el cotejo de los resultados obtenidos en el año precedente e indicaba las modificaciones impuestas para el año inmediato y para el subsecuente. Se debieron esos Planes al estado de guerra en que México estuvo desde el 22 de mayo 1942 y que terminó en 1945. Sólo hemos de considerarlos, en esta ocasión, como obra escrita por don Marte R. Gómez. Carente de galas literarias, aunque aquí y allá recojan alguna pertinente referencia histórica o contenga algún comentario templadamente irónico, en el título: son concretos atiborrados de datos expuestos con claridad, e indica también la meta asequible y los remedios pertinentes. Campea en ellos la verdad y place, al leerlos, la perspicacia con que están analizados los datos estadísticos, y la forma, adecuada para la pronta y cabal comprensión, en que todo se expone. El escritor mostró ahí, una vez más el rigor impecable de su pensamiento, su habilidad para expresar éste, su don de precisión y de síntesis.

    El más interesante prólogo es el que ha puesto al segundo tomo del Diario de mi viaje a Estados Unidos de don justo Sierra y O'Reilly. Competentísimo bibliógrafo, cuando llegó a su poder el manuscrito -por cierto, de muy revesada caligrafía, que no fue expedito poner en claro-, al punto advirtió su importancia para completar lo que de ese viaje se conocía, y preparó la edición, que sacó a luz don Manuel Porrúa. Esas tres palabras: "preparó la edición", resumen muchas horas, muchas, de paciente esfuerzo, de acopio de referencias, de redacción de notas aclaratorias. El prólogo es un imparcial y comprensivo ensayo acerca del autor y de los móviles que le condujeron a efectuar gestiones -por fortuna infructuosas- encaminadas a obtener la ayuda de los Estados Unidos para Yucatán, ensangrentado por la cruenta "Guerra de Castas".

    A principios de 1953 recogió en un folleto de 32 páginas en 4º. Las conferencias que bajo el título de Aciertos y equivocaciones, luces y sombras de la Reforma Agraria Mexicana sustentó durante un ciclo organizado por el Ateneo de Ciencias y Artes de México. Con habilidad volvió ameno el tema, merced al tono animado y a la utilización oportuna de anécdotas.

    Sólo mencionaremos, sin detenernos a examinarlo, el libro con el que en 1947 desvaneció una infundada, gravísima acusación que a la ligera se le hizo. Demostró ahí que lejos de ser causa de los hechos que motivaron la incriminación, se opuso a ellos en cuanto en su mano estuvo. Es un alegato documentado con solidez de granito, donde es de admirar, sobre todo, la ecuanimidad con que el autor se sobrepone a la amargura y, con ánimo sereno, como de quien se sabe limpio de culpa, concreta su defensa a exponer los hechos con entera claridad, seguros de que éstos hablan por sí solos con mayor elocuencia que abogado alguno. El libro rezuma verdad en cada línea.

    Vengamos a terreno más florido.

    En 1939 tradujo del francés la novela Sicilia, tierra de dolor, obra del escritor Giuseppe Garreto, escrita en aquel idioma. No se publicó la traducción hasta septiembre de 1943. El prólogo que le puso, substancial y erudito, es de los mejores que ha compuesto. Bosqueja en breves párrafos el problema agrario en Sicilia, y el ambiente que, entre la terminación de la primera guerra mundial y el advenimiento del fascismo, se desarrolla la novela. Coteja las costumbres rurales con las descritas por los agrónomos latinos y subraya la persistencia de ellas, inmutables a lo largo de 2,000 años. Recuerda cómo en el curso de la Historia, la reivindicación del suelo por los campesinos, doquiera, ha conducido a revueltas y alzamientos. Es un magnífico prólogo, para una gran novela.

    En un estudio sobre Iturbide sostiene un punto de vista liberal, adverso, por lo tanto, al malaventurado emperador. Justo es añadir que apoya su argumento con muy curiosas e interesantes citas de rarísimos impresos de entonces. La aportación al conocimiento de los hechos y a su interpretación es importante, a pesar de ser breve el estudio, por la novedad de ella y por la condensación alcanzada. Como, además, sazona el texto -cuando ello conviene-, con un granito de sal, el opúsculo resulta de cautivadora lectura, incluso para quienes opinen sobre Iturbide en forma opuesta ala del docto conferenciante.

    La tesis sostenida en ese ensayo está enunciada por lo demás en el subtítulo: El Movimiento de Independencia de México en sus relaciones con la causa de Libertad en México y España. A la luz irradian esas palabras: "la causa de la libertad". Ese opúsculo de 80 páginas, que salió en la Editorial Cultura en 1939, viene a ser el primero de sus trabajos críticos de índole no oficial. Porque es en la crítica donde su talento de escritor se ha manifestado con mayor acierto y brillantez.

    Aunque el título de escritor se reserva para quienes producen obra literaria, no se ha de olvidar que ramos de la literatura son el ensayo, la crítica y la historia, y en ellas tres la producción de don Marte R. Gómez es lúcida y substanciosa.
 


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