El libro de Morán
 
 
 
 

    El viejo aserto de que "todo lo sabemos entre todos" se aplica apropiadamente a la vida de Cervantes. Su primer biógrafo, don Gregorio Mayáns y Siscar, se atuvo a los escasos datos que es dable espigar en su obra; más que la biografía, bosquejó la etopeya. Mejoraron la labor de Mayáns sus epígonos: apoyados en documentos, don Vicente de los Ríos, don Juan Antonio Pellicer y, sobre todo, don Martín Fernández de Navarrete, disiparon errores del sabio valenciano y ensancharon considerablemente el conocimiento de los hechos.

    En 1862-63 don José Gil Dorregaray editó en la Imprenta Nacional de Madrid el Quijote en dos grandes tomos. Los ilustran láminas estampadas con las planchas de cobre -"ya bastante cansadas", dice el docto bibliógrafo don Pedro del Río y Rico- que se grabaron para la magnífica edición la Real Academia Española, de 1780. Otro tomo contiene apéndices, el principal de los cuales es la Vida de Cervantes por don Jerónimo Morán; la misma imprenta hizo tirada aparte de ella en 1863. El citado volumen se reimprimió íntegramente en 1867, en la tipografía de don Segundo Martínez, donde también se realizó una tirada aparte de la Vida. La indicación de "Tomo único", en la portada, está contradicha en el texto con menciones de los dos primeros; ello permite suponer que en 1867 se utilizaron, sin modificaciones, las formas tipográficas de 1863. De ese libro, hoy rareza bibliográfica, trataremos en este artículo.

    Si nos atenemos al tamaño, no hay lugar a dudas: es un libro grande- que no es lo mismo que un gran libro-; aquí, el orden de los factores altera el producto. Mide 36 centímetros de alto por 29 de ancho. Sus 424 páginas dan al lomo un espesor de casi seis centímetros. El título y sus adiciones anuncian: Vida de Miguel (de) Cervantes Saavedra (Edición de la Imprenta Nacional), recopilada y añadida con datos de grande importancia para la historia de Cervantes, hallados en Sevilla. Extracto de nuevos documentos inéditos encontrados en Simancas acerca de las comisiones de Cervantes en Andalucía; con una noticia bibliográfica de las principales y más curiosas ediciones y traducciones del Quijote, por D. Gerónimo Morán, e ilustrada con nueve láminas en cobre grabadas expresamente para esta edición, por Vallejo, facsímiles de Cervantes y varias viñetas en cobre". En lo tocante a las ilustraciones falla lo anunciado: el frontispicio, el retrato, el mapa de los lugares por donde anduvo Don Quijote y las viñetas están estampadas con las placas que sirvieron para las ediciones de 1780 y 1862-63. Hay además tres láminas del grabador Martínez; otra, de Vallejo; las restantes, anónimas. Los facsímiles, en litografía, son los de la fe de bautismo de Miguel, de las firmas de éste y de su esposa, y de una instancia de Cervantes en relación con las modestas comisiones que durante años le llevaron por caminos polvorientos, de mesón en mesón y de disgusto en disgusto.

    El texto comienza con prólogo de Morán. Siguen el Análisis del Quijote y el Plan cronológico por de los Ríos, copiados de la edición académica de 1780. La Vida ocupa 204 páginas. Morán toman por base principal de su trabajo el de Navarrete. Prohíja la hora desechada suposición de don Aurelio Fernández Guerra y Orbe en el sentido de que Cervantes fuese el autor de la Carta a don Diego de Astudillo sobre la fiesta habida en San Juan de Alfarache el día de San Laureano, en julio de 1606. Utiliza a otros trabajos del mismo erudito y reproduce el artículo donde éste analiza los nombres de los imaginarios capitanes de los ejércitos ovejunos. Su aportación principal es el mandamiento de arresto expedido el 15 de septiembre de 1569 contra cierto "Miguel de Zerbantes" que hirió en Madrid a un tal Antonio de Sigura y por ello fue condenado en rebeldía en diez años de destierro después de que el verdugo le cortase la mano derecha. Morán ve ahí el motivo de que Cervantes pasase a Italia. No hay razón para llamar "asesino" al heridor de Sigura, como lo hace- si bien al rechazar la aplicación de tal supuesto al futuro autor del Quijote- Don Francisco A. de Icaza en su libro Supercherías y errores cervantinos. Llevábase antaño espada al cinto y eran frecuentísimos los duelos. La magnitud del castigo pudiera inducir al error de suponer que corresponde a las agravantes de alevosía y ventaja. No es así. Morán cita una ley vigente en la época, según la cual mandaba el Rey "que cualquier que sacare cuchillo o espada en la nuestra corte, para reñir o pelear con otro, que le corten la mano por ello". Y un ordenamiento penaba con destierro por diez años a quien hiriese a un alguacil. Morán recuerda que las autoridades judiciales no procedieron contra Cervantes cuando éste regresó a España en 1580. En el supuesto de que él fuese el perseguido, podría decirse que por vía indirecta había purgado la crudelísima pena, porque manco volvía -de la mano izquierda, no amputada, sino anquilosada- al cabo de once años de destierro, de ellos cinco en durísimo cautiverio en Argel. Podía darse como cumplida la sentencia.

    La hipótesis más plausible es la de homonimia. Icaza, en el mencionado libro, aduce un argumento convincente: el 22 de diciembre de 1569, Rodrigo de Cervantes pidió que se hiciese información de limpieza de sangre e hidalguía a favor de su hijo Miguel, asentado en la petición que éste se hallaba en la corte romana. Si la sentencia le atañía, hubiera sido absurdo hacer la solicitud en tal momento, con la añadidura de indicar en ella el paradero del condenado en rebeldía.

    A continuación de varios documentos que ya figuraban en el libro de Navarrete, se leen los extractos de otros, hallados en Simancas. Siguen: la "Noticia bibliográfica" redactada por Navarrete hasta el año 1808 y añadida y continuada por Morán hasta 1862; y apuntes del mismo género que aquel erudito dejó inéditos. Una página final informa que la edición del Quijote de 1862-1863 es la primera donde se emplearon "los signos ortográficos propios a deslindar exactamente los conceptos de los interlocutores", y menciona merecidamente al cajista don Tomás Rey, a quien se debe "la supresión absoluta de divisiones de palabras, de suerte de no encontrarse un solo guión al fin de la línea, en las mil y trescientas páginas de tres voluminosos tomos". La primera de esas dos innovaciones, muy práctica, se ha generalizado; la segunda, alarde de paciencia, no.

    Nonagenaria ya, la biografía compuesta por Morán tiene la abundancia de suposiciones y el tono panegírico propios del cervantismo del siglo XIX. Diversos errores corrían entonces por verdades, y más laborioso que averiguar éstas ha sido disipar aquéllos. Por lo demás, todas las biografías del insigne escritor quedaron anticuadas cuando, a fines del siglo pasado y principios del nuestro, los centenares de documentos acopiados por Pérez Pastor, Rodríguez Jurado, Rodríguez Marín, García Rey y otros investigadores, desvanecieron fantasías, revelaron nuevos hechos y dieron consistencia histórica a ciertas conjeturas.

 
 


 Índice Home