José D. Frías en sus cartas
 
 
 
 

    Entre los amigos del Vate Frías perdura, cordial, su recuerdo. A menudo he releído la veintena de cartas que de él conservo y algunas de las improvisaciones con que gustábale fijar la impresión pasajera de un rato de contento, humoradas de circunstancia, hechas por juego, donde, no obstante, ponía la marca de su sensibilidad y de su arte: "alba en el sendero-goce azul y claro", cantan dos versos del Impromptu en sol menor" formando acróstico, que me dedicó en nuestro día onomástico. Y aquí reproduzco otra improvisación cuyos lunares atenúa el impulso lírico; está fechada el "Día de Difuntos de MCMXXIII" en el taller del escultor costarricense Max Jiménez, en París:
 

    Mi querido Max, este soneto alejandrino
es para usted augurio de bellas soledades.
Estoy seguro de que todas las tempestades
han de cristalizar para su noche en trino.

   Venceremos nosotros el rigor diamantino
de haber soñado solos, a través las edades...
(González de Mendoza, Max y Frías, al Hades
preguntarán en vano cual suyo es el camino).

   Y si la noche amarga nos asusta, diremos
con egregios absurdos y sonrisas traidoras:
-Son nuestros corazones los más ágiles remos
Que cabalgan unánimes, sobre las flacas horas:
Quijotes peregrinos, sabios que no sabemos
acariciar el ópalo fácil de las auroras!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Somos artistas y hombres resucitaremos!

  Pero donde más vívidamente encuentro al amigo, en esas horas de recuerdo, es en sus cartas, tan coloquiales que leyéndolas, paréceme oír sus líricas exageraciones los peculiares modismos de su charla: "Oh dolor", atemperado siempre con una sonrisa que fijaba su exacto sentido: leve pena atenuada por la ironía, sazonada con un dejo hipérbole. Y sus dos máximas favoritas, hechidas de verdad, hedonista la una: "La vida es bella y no hay más que una juventud", variante del Carpe diem horaciano; ascética la otra; " Hay que sufrir para merecer crear", con la que expresaba su noble devoción al arte.

    Nunca pudo realizar el consejo del clásico: "Iguala con la vida el pensamiento".

    "Rememoro constantemente, dice en una carta escrita en México, mis noches tranquilas o borrascosas de Montparnasse, mi piano, mis traducciones de versos inmorales griegos latinos, mi cuarto-mirador desde donde veía en la noche fuegos artificiales de Montmartres. Hasta aquella rubia que, como de costumbre, dejé ir porque "Video meliora proboque, detericra sequor, que decía el maestro desterrado al Ponto Euxino, el dulcísimo autor del libro de Las Metamorfosis y De Arte Amandi. La cita de Ovidio, tomada del primero de los libros mencionados, significa, Veo el bien, lo apruebo pero hago el mal". Los "versos inmorales" eran de Catulo, de Marcial y de la Antología. Había emprendido también la versión al castellano de algunos sonetos de Keats y de Shakespeare, Adónde habrán ido a parar esas traducciones? Adónde, sus demás papeles?...

    A mediados de 1934, desde París, me anunciaba que su "librillo" próximo se llamaría Penúltimos Poemas o bien Exercicios en forma de Poemas. En fin, está inédita su traducción, hecha en 1933, del poema dramático Anfión, de Paul Valéry. Don Alfonso Reyes que poseía un borrador, con anotaciones manuscritas de Frías me lo confió para ver si era posible publicarla.
 
 
 

Junio de 1937
 

 


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