Los "descubrimientos" de Villegas
 
 
 
 

    Aunque los psiquiatras han explicado bien el mecanismo en virtud del cual el obeso convierte en pasto de su obsesión las más heterogéneas percepciones, nunca deja de sorprender ese fenómeno. Porque parece incomprensible y choca inesperadamente con nuestra ideación lógica, mueve a risa. Desde este ángulo de observación, ningún esoterista del Quijote ha superado al autor del Estudio tropológico sobre el D. Quijote de la Mancha del sin par Cervantes.

    Llamábase don Baldomero Villegas y bien entrado ya en la sesentena publicó ese libro en 1897. Reprodujo en la portada la marca editorial del primer editor del Quijote, Juan de la Cuesta: la mano que sostiene, entre nubes, un halcón encapirotado, y entorno el lema optimista: Post tenebras spero lucem. Ello, no obstante saber que con anterioridad a Cervantes esa marca editorial había sido empleada en otros libros. Junto a ella puso otra alegoría: la del esclarecimiento que creyó haber hecho del sentido esotérico —él decía exactamente lo contrario: " exotérico"— de la magna obra, según lo afirma el nuevo lema: "Vino la luz después de las tinieblas". Ilusiones son del comentarista, pues muy lejos de establecer la historia del buen manchego, volvióla fuliginosa y turbia, farragosa de símbolos, empedrada de oscuras alusiones, recorrida toda ella por los ardores del rencor sombrío, de secretos enconos, de sordas reivindicaciones.

    El por qué de ese misterio, pretende explicarlo una Advertencia: Cervantes escribió en una época de obscurantismo y de tiranía, y hubo de hacer en su libro Para-lelos vocablo inocente al que el guión da malicia si se recuerda que "lelo" vale por "pasmado". Su objeto era contrarrestar el Tratado de la religión y virtudes que debe tener el Príncipe cristiano para gobernar sus Estados, obra del P. Pedro Rivadeneira publicada en 1595 y dedicada al príncipe que tres años después fue el rey Felipe III. Cervantes escribió simbólicamente, "esto es -según Villegas- de la única manera que podía decir lo que pensaba, con el justo fin de combatir esas opiniones". En la admirable novela "sirven de clave la ironía, la sátira y la metáfora para hacer las alegorías". Ni Benjumea ni "Polinous" acertaron en sus lucubraciones: "o no abarcan bien los sucesos, o no los relacionan a un fin, y son por eso en sus conjeturas como presentimientos o iniciaciones tan sólo, que han podido tachar sus adversarios de extravagantes o ilusorias". En cambio, don Baldomero, descubre la ley a que obedecen todos los hechos y presenta el sistema completo y ordenado que encierra el Quijote, en todos los sucesos y en todos los capítulos, como consecuencia de un plan que no tiene desperdicio, y con un sólo criterio constantemente seguido, constituyendo una obra de absoluta unidad, como protesta contra aquella sociedad", y encaminada "a corregir las ideas y enmendar las costumbres que mantenían ignorante, empobrecida y rebajada" a la patria de Cervantes.

    Don Quijote, ya se ve, "es la encarnación del criterio liberal y reformista" amén de ser "alguna vez la misma persona de Cervantes". Dulcinea es "el ideal de perfección al que tiende y en que se inspira" tal criterio. Sancho es "la parte egoísta y vulgar". El Cura y el Barbero" representan "el compadrazgo de los intereses creados en el orden espiritual y en el orden material". Los gigantes simbolizan "el colosal poderío que se ha formado en todas las naciones del mundo como resultado de ese compadrazgo de los intereses reinantes"; y, claro; los molinos del viento son el símil de una sociedad" intransigente y fanatizada que se mueve automáticamente y arrolla y mata lo que se le pone por medio.

    Nada escapa a la sagacidad del investigador y de todo descubre y aclara, a su modo, la condición y esencia. Hecho por hecho, y, a menudo, frase por frase, va imaginando símbolos. ¿Las ventas? Nadie negará que son el palenque donde se plantean y discuten bastantes cuestiones sociales". ¿Aquellos cuadrúpedos de la vista baja cuyo pastor los reúne al son de la ronca bocina? La identificación es obvia: son "los vividores de la sociedad", a quienes congrega "la trompeta de la fama". La Molinera representa a "la prensa, que no tenía el carácter de exégesis, sino el de la ciencia de residuos, que tomaba las cosas y trituraba las ideas, según convenía al escritor"; y los arrieros son "los especuladores y traficantes con esas ideas". El azotado mozuelo Andrés y el vengativo Halduo que le azota son "coeficiente de la arbitrariedad". Por el estilo todos los demás personajes. No se para en minucias don Baldomero y afirma que Cervantes fue "inicuamente procesado en la Inquisición"; sostiene que Amadís de Gaula simboliza a Francia -aunque Gaula no vale por Galia, sino por Gales-; y ni más ni menos que cualquier encantador" de los que pululan en el Quijote, trueca los dos rebaños en "manada de corderos"; holgaría recordar aquí que ese es el nombre de la cría del cordero y de la oveja.

    La imaginación del esoterista se acaloraba hasta el delirio, Quijote viene a ser la contracción de "Qué hijote" y -salta a la vista- "corresponde a la situación en que queda este parto del ingenio de Cervantes, desfigurado y contrahecho, convertido en una verdadera caricatura para poder vivir"; y es "Don" por la nobleza y elevación de su intento y "de la Mancha" porque nace en aquella España que él alcanza a ver ya decadente, "manchada".

    Don Baldomero se anticipa a las objeciones que sus "descubrimientos" abrían de despertar: "Sé que no ha de faltar quien diga que esto que yo creo ver en Cervantes, por un fenómeno de espejismo sobre su libro, no exista más que en mi imaginación"; pero afirma que no tiene el talento necesario para crear un sistema sociológico tan completo como el que ha encontrado en el Quijote, sino que, por el camino del sufrimiento y del sacrificio, aprendió "a leer el lenguaje y los pensamientos de los que sufren injustamente", como Cervantes.

    En 1903 sacó a luz otro libro: La Revolución Española. Estudio en que se descubre cual y cómo fue el verdadero ingenio del Don Quijote y el pensamiento del sin par Cervantes. Se agudizan ahí sus interpretaciones hasta el punto de que -baste un ejemplo-, en la mesa del gobernador Sancho Panza, la fruta vuélvese "alusión a la del Jardín del Paraíso, fruta de la ciencia del bien y del mal". En 1904 publicó La cuestión social en el Quijote, y dos años después dio en el Ateneo de Madrid una conferencia intitulada "Ideas nuevas para desagraviar a Cervantes, al Quijote y al Centenario, que le han hecho los elementos morbosos de la sociedad".

    Es sabido que la Fama no siempre distribuye con equidad sus trompetazos. El capitán de los esoteristas es Benjumea, en tanto que Villegas llega por debajo de él en celebridad aunque le superó en disparates. Esto mueve a reflexiones pesimistas sobre la vanidad e ilusión de las glorias humanas. Es evidente que, puestos a disparatar, el más celebre debiera ser quien más disparatase; y nadie, ¡oh nadie!, llegó hasta las inaccesibles alturas que alcanzó Villegas, cuyos libros son el Anapurna de la imaginación, el Everest del esoterismo.
 
 
 

Junio de 1955
 
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