MÉXICO DE DÍA Y DE NOCHE
[México en Harlem.- Hogueras y frigidarios.- Si la gloria es humo...- Las señas mortales]

México en Harlem

Llegan los recientes tabloides de Nueva York salpicados de sangre por los crímenes de Ramón Cota, soi-disant mexicano cuyos uxoricidios le conquistaron el remoquete de "El Barba Azul Azteca"...

    Así añadió el cuitado un romántico listón azul a la zona negra o Black Belt de Harlem, pigmentada de prieto  por afroamericanos y portorriqueños en su gran mayoría atorrantes cuando no crudos malhechores...

    "En cuanto se le  acabó el dinero, la dejé..." fue la frase más sentimental de Ramón Cota aludiendo a una mujer ante los policías del precinto.

    Era, en efecto, el tal Cota un gigoló desorejado que se hacía pagar por sus víctimas seducidas, automóviles de carrocería especial, vestuario de llamativos colores y alhajas de relumbrón...

    Aunque sin saberlo, con el último billete de a cinco dólares, las infelices sentenciábanse a muerte entregando su vida en flor, pues para el nuevo "Barba Azul" la savia y el aroma de las flores de asfalto eran esencialmente metálicos y delicuescentes en sus pródigas manos.

    Tanguista dramatizador de la milonga, rumbero de bronce por el tinte y de jaletina por su agilidad en tembladeras y escalofríos coreográficos y experto en el Lindy Hop y los pasos modernísimos del swing y el trucking, nada le faltaba al Casanova de Harlem  para fascinar a las rubias aventureras que, hastiadas de los frigidarios domésticos, buscaban las hogueras del amor latino...

Hogueras y frigidarios

    Hogueras con negros carbones de fuego en rescoldo que de pronto ardían en crepitantes llamaradas, pero que en el especial caso de Cota se transformaban al final en refrigeradores donde cuajaba el hielo difinitivo de la morgue...

    A una de sus amantes el rufián le hendió el cráneo de un  martillazo; a otra la enterró bajo el cemento de su cúbil y la última descubrió con horror que había vivido, amado, y agonizado casi, sobre el sepulcro de su predecesora.

    Pero dejemos al vil verdugo, por la sencilla razón de que resultó no ser mexicano, habiendo escogido nombre y apellido porque ser mexicano "viste mucho y hace el pie chiquito" en la Negra Citerea y Corte de los Milagros que se llama Harlem.

    Y dejando a Cota con un pie en la silla eléctrica y otro en una cáscara de plátano, hagamos una reminiscencia del barrio más oscuro, física e inmoralmente, en la geografía neoyorquina,

Si la gloria es humo...

    Si la gloria es humo, los mexicanos trashumantes glorificaron a Harlem a humazos de marihuana... Alguna vez referí por qué obra maestra de zurdo ingenio, un grupo de paisanos logró plantar y cosechar la siniestra hierba en el corazón de Nueva York, o sea en el Central Park y el parque Morning Side.

    La marihuana, no identificada todavía, pasaba por inofensiva cizaña y los jardineros del municipio más rico del mundo la regaban  y protegían al par que a los rododendrones y cerezos japónicos...

    Llegado el momento, los plantadores sobrevenían, cosechaban y vendían, a dos por un dólar, los "grifos" o toscos cigarros de la hierba fatídica...

    Un rabioso temblor recorrió entonces a la Sinagoga que es la columna vertebral de Wall Street,  pues Israel, celoso, nunca perdonó que un grupo de oscuros aztecas hubiese ideado y usufructuado el negocio modelo, el business ideal, el que, sin invertir un solo céntimo, producía colosales beneficios!

Las señas mortales

    Esa marihuana nimba con sus humos testas africanas, afroantillanas y aun de rubio caucásico, donde saltones o azules brillan los característicos "ojos colorados", pues la "loco weed" o "yerbaloca" es ya más internacional que la Doctrina Monroe...

    Caras pálidas, pieles-rojas y rostros prietos, tienden en ese humo el arco iris del más soez entre los "paraísos artificiales".

    Colores donde huelga el blanco, síntesis de todos, luz que aquí no es blanca, sino negra...

    De ese telón de fondo, boca de lobo, surgió la famosa canción de Harlem:

    It takes a high - yellow to make a black blue.

    (¡Se necesita una amarilla para poner a un negro, azul!)

    Sepa el lector, si lo ignora, que yellow (amarilla) o high yellow es la mulata o cuarterona color de ámbar, flor de los serrallos camitas -no de cama tálamo, sino de cam ancestro de la raza negra-, y que blue vale por "triste"; de ahí los blues o cantos melancólicos de la lírica africana...

    De ese Harlem y de esos cabarets de ébano vivo fue comparsa o sheick, mas bien, Ramón Cota, el gigoló "Barba Azul", que por donaire y mimetismo galante quiso ser mexicano; pero que es en realidad de Alabama, se llama Orby Hethcoat y fue uxoricida, no por amor, sino por la vil pasión del oro...

    Señas mortales de su verdadera nacionalidad...

                                                                                                                   José Juan Tablada.

Excélsior, año XX, tomo V (7117), 10 oct. 1936, 1ª secc.: 5.
 
 


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