[MISCELÁNEA]
Arte y revolución

Por primera vez el arte contemporáneo de México, el más intrínseco y genuino, ha sido reconocido plena y admirativamente en esta gran nación.

    Ha sido reconocido en la obra imponente y conmovedora de José Clemente Orozco, cuya fuerza psicológica y alto sentido trágico no habían sido alcanzados hasta hoy en ninguna época de nuestra historia plástica, aun incluyendo en ella la arquitectónica majestad tolteca y el horror aztequista, ambos deshumanizados o por el hieratismo o por la monstruosidad...

    Y no sólo se ha reconocido el arte de Orozco, sino que, absorbiendo el mensaje espiritual de su obra, esta nación reconoce al mismo tiempo el significado supremo y terrible de la gestación revolucionaria, y sintiendo noble piedad ante el inmenso dolor del pueblo, de quien es Orozco el conmovido rapsoda, percibe la justicia de causas ineludibles y simpatiza con las fuerzas depuradas y constructivas, pugnando por sacar del caos al ideal que tales sacrificios reivindican...

    Así, pues, José Clemente Orozco no sólo ha magnificado singularmente el prestigio artístico de que México goza, sino que ha contribuido a esclarecer los móviles de justicia y humanidad que han animado a nuestra patria durante el más patético ciclo de su historia.

    La Revolución no ha tenido un poeta que cante su gesta, pero ha tenido algo de mayor eficacia social, ha tenido un rapsoda que sin las limitaciones del idioma, con el lenguaje universal de la pintura, revela el apocalíptico mensaje de un pueblo que busca la luz ante los ojos de toda la humanidad...

    Una vez denotadas estas excelencias que el artista mexicano afirma para su arte, para su patria y en cierto modo para la humanidad, veamos cómo las aquilata la crítica.

    "El arte de José Clemente Orozco, dice un diario tan autorizado como el Public Ledger, de Filadelfia, es profundamente emocionante. Por su vitalidad, por su base de profunda sinceridad emotiva, su belleza no se confina a la superficie porque es fundamental.

    Orozco tiene algo que decir sobre México y el espíritu de esa tierra, algo sobre sus clases populares que es épico y forjador de nacionalidad... El pavor terrible y mutilador escarba el campo de batalla. Grave decoro y un extraño y subyacente espíritu de fatalidad vigilan como guardias los cadáveres amortajados de blanco y una estoica paciencia esperanzada parece expresarse en el eterno y terráqueo carácter de las casas de adobe y en las siluetas fuertes, rígidas e inexorables de los verdes magueyes...

    México y las condiciones mexicanas conmueven a Orozco. Es un pintor de revoluciones sociales, religiosas y políticas; está del lado del pueblo, de los hombres y las mujeres que trabajan y penan, y la crítica de su pintura es truculenta... Orozco ha tenido la oportunidad de expresar intensamente su reacción ante las condiciones sociales, políticas y religiosas de México y no ha usado eufemismos. Aun los más analfabetas comprenderán sin dificultad los brillantes y fervientes pensamientos que ha escrito, en pintura, sobre los muros... Lo que ha sido, lo que es y lo que será, son los materiales con que están forjadas las composiciones de Orozco.

    No se había comentado nunca con tan lírica devoción la obra de un artista mexicano, ni la opinión pública había considerado con tamaña deferencia los motivos sociales que inspiraron la obra de nuestro pintor.

    México debe, pues, felicitarse de poseer un artista bastante sincero y poderoso para presentar al espíritu nacional digno, solemne y respetable aun en medio de sus crisis más violentas.

    Una vez más, y hoy en pro de nuestra patria, el arte ha rebelado su carácter de síntesis suprema y de valor universal que trasciende el límite de las patrias y se establece en vasta dimensión humana. Examinando la técnica de Orozco y otras peculiaridades de su pintura, la crítica se manifiesta francamente favorable:

    "Orozco es moderno sin ser modernista... Los dibujos preliminares para sus grandes composiciones murales revelan la fundamental solidez de su método... La diagonal desempeña parte activa en las composiciones de Orozco por otras razones, además de la geométrica... Sus distorsiones plásticas corresponden a distorsiones en la concepción de la vida... Para acometer la pintura mural al fresco Orozco, se hizo matemático y se dio a estudiar arquitectura, preparándose así para unir simple y armoniosamente sus ideas creativas de pintor con el básico proyecto arquitectónico expresado en las formas existentes del edificio".

    Estableciendo así el valor estético de la obra de Orozco, el crítico la examina en su función ética:

    "Los pensamientos creativos de las grandes mentes artísticas son casi siempre una denuncia de la licencia y de las cosas degeneradas y no una expresión de dichas cosas. El arte de Orozco posee ese poder purificador que los griegos le atribuían a la tragedia. Orozco no pinta la miseria y la degradación porque experimenta al pintarlas placer emotivo, pues tal es el arte perverso de los periodos degenerados. Orozco no se alimenta de la tragedia, sino que más bien intenta crear por medio de la tragedia, la esperanza de mañana".

    En efecto, Orozco escribió justamente en el magazine Creative Art de esta ciudad: "El arte del Nuevo Mundo no puede arraigar en las viejas tradiciones el mundo antiguo ni en las tradiciones aborígenes representadas por los vestigios de nuestros antiguos pueblos indígenas. Aunque el arte de todas las razas y de todos los tiempos tiene un valor común -humano y universal- cada nuevo ciclo debe trabajar por sí mismo, debe crear, debe rendir su propio producto, su individual contribución al bien común. Ir a Europa con el propósito de hurgar en sus ruinas para importarlas y copiarlas servilmente, es un error tan grande como el saqueo de los vestigios indígenas del Nuevo Mundo para el fin de copiar, con igual servilismo, sus ruinas o su presente folklore. Por muy pintoresco o interesante que esto pueda ser, por muy útil y productivo que parezca a la etnología, no puede servir de punto de partida a la nueva creación. Apoyarse en el arte de los aborígenes de la antigüedad o del presente, es un indicio seguro de impotencia, de cobardía y en realidad, de fraude".

    Como se ve, Orozco es en sus doctrinas tan sincero y categórico como en sus pinturas...

    Si lo que hemos comentado de la crítica que en esta nación se ha dedicado a Orozco no pareciera a los escépticos suficiente consagración, aún hay más.

    No sólo la crítica ha tributado a Orozco los sustanciales y definitivos elogios que hemos traducido en extracto, sino que eleva a nuestro artista al rango de parangón superlativo, de índice ejemplar y a México, el país que lo ha producido y alentado, lo exalta a la vez como modelo digno de imitarse en esta patria.

    Véanse las pruebas vertidas del estudio ya citado.

    "Mientras mayor es el contacto con la esencial sinceridad de expresión en la obra de Orozco, mayor es el convencimiento de la absoluta artificialidad de una enorme producción en los estudios artísticos de Norteamérica y de Europa. Orozco expresa una profundidad emotiva que no podría ser alcanzada por ningún observador fortuito. Aquí está, pues, la diferencia básica entre la grandeza y profundidad de la reacción emocional y la minúscula aptitud pictórica del artista que recorre el mundo entero buscando aquí un festival, allá una asamblea, más allá una corrida de toros. Abandona su propio país para buscar un estímulo en el extranjero, porque en la mayoría de los casos no posee una emoción bastante honda para comprender la vida angustiosa de su propio país y así no es sino el testigo fortuito, incapaz de la participación emocional que busca, no obstante, sin cesar".

    Y la crítica se cierra con la siguiente afirmación estupenda en su franqueza, enorme en su trascendencia y gratísima para México en su significado:

    "En la intensidad emocional de sus pinturas, Orozco manifiesta el espíritu de México y por medio del simbolismo y la sátira expresa la epopeya conmovedora de su doloroso nacimiento. Ha hecho por su patria algo que nadie ha hecho aún por los Estados Unidos. Nuestras decoraciones murales suelen asemejarse a un cuento infantil o a las fotografías de un suceso. Lo que parece faltarnos en el grandioso campo de la pintura mural, México demuestra poseerlo: la sinceridad emocional para crear y la sabiduría para reconocer esa sinceridad y concederle libertad de expresión".

    El gobierno de México, al ayudar a Orozco ha tenido singular tino y ya recoge los frutos de su celo, pues una vez más queda demostrado lo que hemos dicho y reiterado, que sobre todos nuestros bienes morales y materiales es nuestra cultura la que aquí más se estima. Nuestro petróleo es codiciado por una pequeña minoría; nuestras conquistas políticas son admiradas por una numerosa fracción, pero nuestros valores espirituales, es decir, los artísticos o intelectuales, demostrados por Orozco y otros espíritus que aquí se manifiestan, no sólo admiran o interesan a esta nación toda, sino que conquistan para bien de la nuestra el laudo favorable de la opinión pública, siempre fuerte y a veces decisiva.

                                                                                                              José Juan Tablada.

Nueva York, marzo de 1929.

El Universal, año XIII, tomo L (4515), 7 mar. 1929, 1ª secc.: 3.
 

 
 
 

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