[MÉXICO EN NUEVA YORK]
Apoteosis de Charlie Chaplin o nadie es profeta en su tierra

Charlie Chaplin, llamado en Francia Charlot y en las Antillas y en parte de Sudamérica "Canillitas", no es un simple clown como han creído quienes sólo ven las apariencias... O mejor dicho un clown no es lo que cree la gente superficial. Ya el poeta Julio Laforgue1 lo había dicho: "Siempre que veo a un clown, creo ver a un hombre próximo a la sabiduría definitiva".

     Intuición de poeta, después confirmada por las nuevas normas literarias, que admiten francamente la legitimidad de la risa y el humorismo como factores estéticos.

     Dicho lo anterior, entremos en materia para justificar el título pomposo de esta crónica.

     Aunque el grueso público americano no distingue entre el genial Chaplin y cualquier payaso pintarrajeado de los circos monstruos, hay en esta tierra espíritus selectos que lo diferencian: así el crítico y sociólogo Waldo Frank2 que en las siguientes líneas vislumbró el verdadero carácter del originalísimo actor:

     "Charlie Chaplin es nuestra figura dramática más significativa y auténtica. Dentro de las limitaciones culturales que le impone nuestro público es un artista perfecto. Inimitablemente gracioso, móvil de cuerpo y de semblante, capaz de una kaleidoscópica escala emotiva, del llanto al júbilo y de lo más grotesco a la más delicada danza mímica: ¿dónde encontrar su igual en nuestro mundo dramático?... Hay en sus travesuras crítica social y de una índole mucho más profunda de lo que las multitudes que ríen pudieran creer. Su comedia Armas al hombro3 fue una positiva sátira sobre el absurdo de la guerra, en términos tales que obligaron a reír al mismo censor, pero que no obstante llevaba consigo las reacciones de un espíritu sensible ante la depravación pomposa de la guerra moderna... No cabe duda: Chaplin es el más cautivador de nuestros actores, nuestro clásico clown y el duende de nuestros amores sepultados. Es a un tiempo el Puck4 y la musa de un pueblo asolado que encuentra en su travieso encanto, el espejo de su jovialidad ansiosa y reprimida y una resplandeciente invitación a treguas y descansos."

     Pero el concepto trascendental y universal de Charlie Chaplin, su exaltación a una gran jerarquía de arte, no nació en Estados Unidos, sino en Francia. Europa sigue descubriendo a América: sobre todo a Norteamérica, inconsciente de cuanto no sea el dólar y sus anexos.

     Elie Faure, máximo crítico y sociólogo también, dijo hace tiempo su deleite en frecuentar a Charlot en la pantalla luminosa y estampó categóricamente que era él quien más le había enseñado después de Montaigne, Cervantes y Dostoievsky... Declaró que Charlot era quien más sólidamente lo había instalado en sus opiniones actuales y afirmó... pero aquí hay que traducirlo textualmente:

     "Charlot es el único poeta de estos tiempos que contempla la vida bajo un ángulo constante y conscientemente heroico. Hay más estilo en el gesto más insignificante de Charlot, que en todas las obras reunidas de todos los Institutos de Francia y de toda la 'cultura' alemana desde hace cien años; teniendo el estilo por función el hacer entrar en la misma forma viva todas las potencias contradictorias que se trata, para nosotros, de conciliar, y hay más drama en el juicio que Charlot manifiesta sobre la vida, que en todos los horrores guerreros y las miserias sociales conjuradas para suscitar nuestra rebeldía, pues en ese juicio estallan las relaciones de nuestro destino real con los acontecimientos y los objetos. Hace reír al total casi de quienes lo miramos, porque casi todos los que lo miran no esperan las conclusiones que saca de su conocimiento del mundo. Pero a quienes sí las esperan, esa risa se torna sagrada... Miradlo jugar con sus pasiones y las nuestras como pompas de jabón y acerados puntales. En sentido mismo de la civilización habita, canta e ironiza en él, que inflige a la vida, para no tener que maldecirla, la forma acentuada y sostenida del sentimiento trágico que posee."

     Mucho tiempo después de haber escrito lo anterior en libro famoso agrega el mismo autor, en largo análisis que publica en reciente número L'Esprit Nouveau:

     "Charlot entre todos los hombres, ha sido el primero que ha sabido realizar un drama cineplástico -y sólo cineplástico- en que la acción no ilustra una ficción sentimental, o una intención moralizadora, sino un todo monumental, proyectando del interior del ser en su forma visible misma y su mismo medio material y sensible, su visión personal del objeto. Eso es, me parece, una gran cosa, un muy grande acontecimiento, análogo a la concentración de todos los elementos coloridos del espacio por Tiziano, de todos los elementos sonoros de la duración por Haydn para crear su alma propia y esculpirla ante nosotros.

     "Charlot me parece también como un poeta y aun como un gran poeta, creador de mitos, de símbolos y de ideas, como el partero de un mundo desconocido."

     La crítica europea, por la voz de uno de sus representantes ilustres, ha conferido pues, a Chaplin, las altísimas dignidades de filósofo y actor shakespeariano, de gran poeta, de creador nato del cinedrama...

     Y me sentía muy satisfecho por haber hecho el descubrimiento de que Francia hubiera descubierto algo que Norteamérica poseía e ignoraba y estaba casi a punto de concluir esta crónica estampando que los Estados Unidos desconocían las excelencias que tenían, alardeando de ficticias grandezas y menospreciando a Chaplin, como menospreciaron a Emerson5 y a Poe...6 cuando un amigo mío, americano muy distinguido, que no se interesa por el petróleo de México, sino por el alma de México, me lanza, después de hojear mis cuartillas, con su flema habitual:

     -Bueno: ¿y qué han hecho ustedes con Díaz Mirón?...

     ¿Tendría tal pregunta, intención irónica? ¿Sería un discreto y suave: Mind your own bussiness, tras de leer mi crítica a su patria?...

     Lo he pensado largamente y creo que la fina ironía existe, y es merecida...

     ¿Qué hemos hecho con Díaz Mirón...? El olvido de que parece estar rodeado, será producto de esa eterna y obtusa intransigencia, que por algunos momentos políticos, juzga de toda una vida?...

     ¡Momentos políticos! ¡Errores políticos, en México donde la política, indistintamente, "coge de leva" a los poetas y a los macehuales y los arrima a una pared, como para fusilarlos y ahí les dice: "o conmigo o contra mí"!9

     Díaz Mirón, cargado de años y de gloria, vive en nuestra propia patria, invisible para nosotros que rastreamos en la sombra de la montaña. Sin embargo, los que desde Madrid o Buenos Aires, o cualquier país lejano divisen hacia México lo primero que verán será a Díaz Mirón, que es espléndida cumbre de montaña, genio hermano del Citlaltépetl que rasga las neblinas marítimas...

     En la propia montaña de su genio, el poeta veracruzano ha mantenido ardiente el Pireo10 de la espiritualidad patria y desde allí ha deshecho las nieves eternas de su poesía, para fecundar nuestras sementeras místicas. Pensador profundo, lírico de armonías insólitas, todo lo ha sido. Hasta forjador de normas sociales, en su propio Sinaí...

     Nuestros "rojos" algareros y crispados de odio negativo y destructor, podrían plasmar acaso esta fórmula de justicia social, clara, precisa, armoniosa, lapidaria:
 

       Nadie tiene derecho a lo superfluo
       Mientras alguien carezca de lo estricto!
       ........?
     Así clamó Díaz Mirón, hace muchos lustros, cuando de las barbas del judío Karl Marx no habían surgido aún esas hormigas arrieras y subterráneas que todo lo quieren talar en provecho de sus graneros y que motejan de "esquirol" hasta el áureo panal de las abejas!

     Díaz Mirón desaparecerá algún día y quizás desde nuestra voluntaria  oscuridad no nos demos cuenta, hasta que como en el caso de Amado Nervo, nos lo haga entender la tempestad de duelo que desate ese crepúsculo; el estampido de los cañones argentinos; el doble de los campanarios del arte de todo el continente, tocando a muerto...

     Entonces sentiremos el vislumbre del hundido sol, como quizás lo sintieron los peces ciegos de los fondos submarinos cuando los despertó en su légamo,11 el poder o singlar de los navíos de guerra que nos trajeron el cadáver de Nervo.

     Entonces al treno12 universal, y por no parecer menos, añadiremos nosotros una compunción de circunstancias y una "corona fúnebre" (las únicas que otorgamos a los príncipes del espíritu)...

     Total: un duelo retórico y un estupor... sincero.
 

José Juan Tablada.
 
Nueva York, julio de 1921.
 
 

Excélsior, año V, tomo IV (1599), 2 ago. 1921, 1ª secc.: 3.
 
 


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