[CRÓNICAS NEOYORKINAS]
Del corazón de China al riñón del cabaret

¿Qué puede en el tiempo y en el espacio, trazar un puente que una a la China legendaria con la ultra moderna Nueva York, el país de la porcelana con la isla del hierro...?

     ¿Acaso el opio?

     No: porque el opio no es chino... El opio es inglés... El opio fue un instrumento colonial de Inglaterra; fue el mejor aliado que tuvo Albión para su expansión  comercial y su preponderancia moral en el extremo oriente. Embrutecía a los consumidores y enriquecía a los ingleses. ¡Oh inefable desideratum!

     Pero ahora no se trata del opio, cuya tiranía cayó con la de los monarcas del imperio celestial, trátase de la seda y de su apoteosis que acaba de celebrar Nueva York en una exposición monstruo cuyo interés radicalmente industrial y comercial se exaltó hasta el interés artístico y educativo y, como consecuencia, resultó un brillante festival mundano.

     Trátase de la Exposición Internacional de la Seda en el Grand Central Palace y de la suntuosa estela de emociones y de pensamientos que dejó en el ánimo de banqueros, comerciantes industriales, artistas  y mujeres del mundo.

     La idea capital de la exhibición que fue probar que no obstante la industrialización del precioso material, la seda no ha perdido el especial carácter estético que ha tenido a través de los tiempos, como un medio de expresar universales concepciones de belleza, ha salido triunfante.

     Los organizadores han tenido bien presente el concepto de los sociólogos marxistas según el cual, la civilización  moderna, por la maravillosa utilización  de la materia y captación de las fuerzas naturales, es sobre todo mecánica, maquinista e industrial! Y dicen con orgullo:

     "Cada época tiene pensamientos e ideales propios, y peculiares métodos de expresión. Nuestro medio es la máquina y nuestra salvación consiste en la franca aceptación de este hecho."

     He allí un fecundo pensamiento "clásico", en oposición con el estéril y romántico, que consiste en despreciar el presente y añorar  hasta las lágrimas los prestigios del pasado!

     Desde el punto de vista comercial, la Exposición presenta todos los eslabones de la cadena que ligan a primitivas ferias o trueques con las oficinas bancarias modernísimas; desde el ingenuo y material mercado primitivo hasta la abstracta idea del banquero neoyorquino, para quien la seda no es sino una serie de cálculos que complican la materia prima de cientos de miles y centenares de toneladas de fletes marítimos.

     En lo que se refiere a la mecánica, demuestra la Exposición que la maquinaria moderna ha llegado a ser ágil como la luz, exacta como un reloj y más delicada quizás que la mano misma del hombre, evolucionando desde el arcaico telar usado en Pekín, cuando la maravillosa ciudad no era sino una bárbara aldehuela.

     En la parte industrial el concurrente ve con sus propios ojos, cómo se utilizan los productos de las selvas tropicales y de la hulla, en brillantísimos colores. Y se observa que, como en un milagro, surgen del carbón mineral, de la negra crisálida, las irisadas anilinas como una parvada de mariposas, radiantes y resplandecientes hasta parecer flamas de pirotecnia...

     Transcurriendo por los vastos salones, en el espíritu del visitante se cumplen los fines educativos.

     Con la admiración de los viejos tapices de Bokharán, o por esas maravillas de tintorería, las telas batik, hoy tan de moda, van penetrando las ideas en el ánimo y no se olvide que: "las ideas forman a las industrias y las industrias forman a los pueblos".

     Los ojos que no se cansan de admirar una bata japonesa enriquecida por tres procedimientos de ornamentación: bordado, tintura en batik y tejido en brocado, leen en seguida instructivas afirmaciones:

     "De todas las ciudades del mundo, la que produce mayor cantidad de seda es la ciudad americana de Paterson en Nueva Jersey."

     "En 1530, México fue el primer país de América que tuvo plantíos de moreras y cultivo de gusanos de seda. Pero los excesivos impuestos mataron a la importante industria."

     "En 2,602 (a. de J.C.), el emperador Huang-Tí, mitológico inventor de los números, de la música y del telar, encargó  a su mujer Lei-Tsù, el estudio del gusano de seda." Esta emperatriz es adorada bajo el nombre de Yuan-Fei, "diosa de los gusanos de seda".

     "En la Isla de Cos en el Mediterráneo, existió una curiosa industria que consistió en destejer y desteñir las piezas de seda del Oriente para retejerlas y reteñirlas en estilo más conforme al gusto europeo."

     "Un setenta por ciento de la seda exportada por el Oriente es manufacturada en Estados Unidos."

     Y así, y de otras maneras más complejas, va cumpliéndose el gran fin educativo de la Exposición.

     ¿Las realizaciones artísticas?

     Pues aparte de la maravillosa presentación de todos los productos de la seda; telas simples de joyantes matices; brocados aparatosos; regios terciopelos; estofas de la Venecia de los Dux, de los Califas de Bagdad y de la Corte del Rey-Sol, aparte de las decoraciones imperiales de Persia, de China del Japón, habréis de saber que el suntuoso fondo, que el escenario "miliuna nochesco" del admirable festival fue todo arte.

     El arquitecto Howard Greenley transformó el piso principal de Grand Central  Palace en una calle del viejo Bagdad en cuyos bazares se ostentan los productos más ricos de la sedería. Aparadores llenos de muñecas demostraban la historia de la más lujosa indumentaria, a través de las edades y por fin, en un gran proscenio de un gran teatro, acondicionado a perfección, actores de renombre y bellísimas mujeres daban vida a los más novelescos episodios de la historia de la seda.

     Todas las noches celebrábase un pageant, cortejo o procesión que duraba media hora y en el cual desfilaban los más bellos "modelos", las más estatuarias mujeres que ensayan trajes en los almacenes de la Quinta Avenida, ataviadas con los más fantásticos vestidos de todos los países, desde las cortesanas de Mitilena, de la China Imperial o del Yoshivara japonés, hasta las mundanas o demi-mondaines de los cabaretes del momento, en París o Nueva York.

     Por ello titulé a esta crónica: “Del corazón de China al riñón del cabaret”.

     Mientras una multimillonaria con un rostro en que se funden las características de la Juno Ludovici y de los perros bull-dog, señala a su broker, para que se las compre al instante, las telas más costosas y las tapicerías de mayor precio, dos individuos que con aire distraído acaban de ver a la Lubouska  bailar en el proscenio la danza del "espíritu de la seda" cambian trascendentales impresiones.

     -Tanto esfuerzo humano, para producir qué...? La seda superflua, la seda que salvo escasa aplicación científica, no hace sino servir a la vanidad humana... Si esos esfuerzos se aplicaran a producir el trigo y la lana de los pobres!

     Sarcásticamente rió su interlocutor y dijo:

     -La Quinta Avenida es la Via scelerata... Entre los miles de millones que sus escaparates atesoran, pieles, alhajas, sederías, bibelots, nada hay indispensable. Es el desperdicio de la riqueza del mundo en aras del privilegio... Por eso las bombas de Wall-Street estremecen a la Quinta Avenida...

     La altanera multimillonaria que había oído esas palabras discordantes palideció, frunciendo el ceño. Su rostro insolente tomó una súbita expresión de hastío y de tristeza...

     Pensó quizás en que todo en este mundo es "vanidad de vanidades", en que si el gusano de seda, cuya apoteosis se celebraba en aquella Vanity Fair, la vestía de riqueza coruscante, otro gusano, no muy diverso, en medio de la sombra pavorosa, la desvestiría al cabo, definitivamente...
 
 

         José Juan Tablada.
 
Nueva York, marzo de 1921.
 
 

Excélsior, año V, tomo II (1478), 3 abr. 1921, 2ª secc.: [1].
 
 
 


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