Un ocultista explicaría, por la proposición mágica
en cuya virtud el cuerpo astral colorándose con nuestros propios
sentimientos obra como un imán sobre las células idénticas,
el hecho de que los libros y estampas japoneses escondidos o dispersos
en México, lleguen tarde o temprano y después de raras contingencias,
a formar parte de mi biblioteca acumulándose dócilmente en
anaqueles y portafolios.
Así en diversas épocas y lugares adquirí los tres
volúmenes del Fugaku Hiakkei de Hokusai; así recuperé
al cabo de diez años en que lo creí perdido, un makimono
erótico del mismo maestro; obtuve como raro amuleto de pasión,
otra obra de estilo makurayé54
del pintor de las Casas Verdes y fui por fin beato poseedor del pequeño
álbum de Hiroshigué sobre el Tokaido, a que voy a referirme...
Sus dimensiones son 0.21 por 16, oblongo; luce cubierta azul espolvoreada
de partículas doradas y un marbete de papel blanco en el que se
lee ma-