Para los japoneses el Fuziyama es un excelso orgullo y en el triángulo
esquemático que figura al egregio volcán desprendiendo del
horizonte su masa de basalto y hielo, está contenido y reducido
a síntesis suprema todo el vasto ensueño de belleza de ese
pueblo artista, todo el orgullo de fuerza y gloria épica de la nación
guerrera e invencible.
La cúspide de nieve dominando todo el horizonte de la región
del centro, en su vasta forma piramidal, algo tiene de la estructura de
los Shiro o fortalezas del batallador feudalismo nipón y es justo que
el patriotismo popular, dé por morada a los kamis o espíritus ancestrales
que por la patria japonesa velan, los excelsos recintos de aquella ciudadela
de plata...
Desde los remotos semidioses de la prehistoria, Jachiman Taró o
Yamato Daké, hasta los más próximos a nuestros días,
Saigo el Grande o el Conde Nogui, deben, a los ojos del místico
pueblo, asomar en los días aciagos de la vida nacional entre las
brumas espectrales con que el crepúsculo envuelve a la montaña
o enmedio de los rayos de apoteosis con que la inflama el sol naciente!
La cumbre de hielo dominando todas las perspectivas de la comarca interior,
en su vasta forma piramidal, algo tiene asimismo de la estructura de los
templos budistas desde donde los bonzos de Sakia Muni depuraron y atemperaron
el alma japo-