Larralde

 

FICHA CATALOGRÁFICA
 

Carpeta V. Carpeta de forma italiana con pastas verdes, 52 folios con obra plástica de JJT.
9 7/8 x 6 1/4"
Descripción por folio.

39v) Larralde.
Lápiz, lápiz de color y acuarela sobre papel bond cuadriculado.
4 1/2 x 7 3/8"
[En el ext. sup. der. ms. a lápiz: "10/29-1895. a.m."; tinta negra: "Larralde, octubre 1895". Al reverso otros dibujos a lápiz y ms. tinta negra: "villar".]
 
 

NOTA
 

Uno de los periodos más oscuros de la biografía de Tablada corresponde al año de 1895. Poco se sabe de sus actividades durante esos días, a no ser su regreso de Mazatlán y la publicación de algunos poemas y artículos. El siguiente poema apareció publicado en El Mundo, el 28 de junio de 1896, pero está fechado precisamente en los días en que el poeta permaneció en recuperación en San Hipólito:
 

                      Revelación

Dicen que hay un santuario profanado
o el desastre final de una batalla
en mi alma estoica que sus penas calla
y en mi trágico ser decepcionado.

Si es mi alma la novicia que desmaya,
y si es mi ser el fraile excomulgado,
¡vendrá el milagro, y con su luz que estalla
hará brillar mi corazón nimbado!

Entonces tú, la pálida madona,
irás como sonámbula, llevada
por la plegaria que tu sueño entona

y al ver mi alma de amores inflamada,
¡descubrirás tu cetro y tu corona
y temblando caerás arrodillada!

Octubre de 1895

[Obras I, p. 87]

El siguiente poema apareció en la Revista Azul, el 29 de septiembre de 1895, fecha en que, por la noticia que da Carlos Díaz Dufoo, el poeta se encontraba recluido por los problemas de salud que le causó su afición a las drogas:
 

                   Talismán 
 

¡Oh Fausto! Yo he sentido que se agita
en mi ser la tiniebla de tu hastío;
¿dónde está el Mefistófeles sombrío,
que me acerque a mi blanca Margarita?...

Sin que le arredre el sacrificio impío
por inmolarse el corazón palpita;
¿qué supremo holocausto necesita
para poder triunfar el amor mío? ...

Mas, ¡oh gloriosos tiempos medioevales!,
fugitiva la Fe tiende su vuelo,
desplomadas están las catedrales,

¡y ya no puede el amoroso anhelo
para alcanzar soñados ideales
vender el alma y abdicar del cielo!
 

[Obras I, p. 174]

 

RMS