3257 Millas
 
 
 
 

Sábado

    Por detrás de los cobertizos del muelle se están cayendo las cuatro chimeneas del Mauretania igual que los soldados de madera del Chauve-Souris. El remolcador jadea como un perro bajo el sol. Y nadie le hace caso, como a un perro bajo el sol. Los rascacielos plagian a los Alpes. La bandera se fuga sin éxito. A lo lejos tocan a ánimas las boyas. Entre el mugir de las sirenas La Marsellesa se disgrega en ruidos sin importancia.

Verde sobre su isla verde, la estatua del Imperialismo dominando al mundo levanta la tea incendiaria. Antaño, esa estatua se llamó La Libertad...

Mar libre, de jade turbio. Nevadas en la cima, las olas lejanas fingen Fujiyamas en miniatura. (Aunque nunca he visto el Fujiyama.) Crepúsculo con traje de casa, sin brocados, sin púrpuras, sin oros, ¡tan económico! Un crepúsculo como el anuncio del reloj Formosa.

Es rubia.

    Se llama Miche.
 
 
Domingo
 

    Cielo cual una mirada indiferente. Mar en verde bemol. Bajo la red de la espuma el agua adquiere transparencia de gema; se quisiera engastar en platino una gota sin precio. Las olas, diademadas de azahares, todas iguales, todas distintas, multiplican el Juicio de Paris.

Mar barnizado de plata. Estrellas nouveau riche. La telaraña del cerdaje ha enredado a la luna. El humo, con sus crespones, acabará por enlutarla.

    Miche, tiene los ojos muy azules. Mimetismo.
 

Lunes
 

    El suspiro impotente de L'ecornifleur de Jules Renard: no podemos ponernos al nivel de la mar... ¡Encontrar el adjetivo que diera idea de este color espeso y cálido, de esta belleza siempre igual a sí misma y siempre nueva! Pero no cabe ni en el hoyo que ahondaba el niño de la leyenda ni en las palabras humanas.

Se piensa poco en que el mar, el infinito mar, ésta hecho de gotas de agua: lección de solidaridad. Como se piensa poco en la lección de constancia que da el buque: cruza el océano metro a metro...

El mar es el gran espectáculo de a bordo: función corrida, sin entreactos. Decorado: frufruantes sedas verdes y encajes de cristal. Se huye de la palabra, pero hay que caer en ella. Cristal fragilísimo de la cresta de las olas. Cresta va bien: hay algo de cresta de gallo fanfarrón en esa cima instantánea.

    Divertissement: el pez volador, hidroplano de juguete. Vuelo de cien metros: primer premio.

Crepúsculo de apartamento.

Katy es morena.

    Y, por supuesto, muy pálida.
 

Martes
 
 
    Grandes olas, enarcadas como el cuello de los caballos de circo. El agua pulverizada las empenacha de crines. Hay algunas frustradas, olas pobrecitas a las que 'no les sale bien' la caída espectacular, olas con el doliente encanto de una niña fea. Sobre el rumor de

fffffffffffffffff

modula el viento sus

UUUUUUUUUUUU

    El cielo, todo de nubes redondas en la gama del gris, es un fondo de fotógrafo. El buque Fantasma, medio embozado en la bruma y en la distancia, se escurre a lo largo del horizonte tratando de despegar al mar del cielo.

Hombre de otra raza, de otra lengua, de otra alma: ni nos mires siquiera: estás veinticinco dólares más abajo...

¡Katy! ¡Katy! ¡Oh, Katy!
    Siento que ahora sí voy a tener que escribir versos.
 
 
Miércoles
 

    Se quisiera que la eterna albura de la espuma se trocara en un azul dulce o en verde leve...

    Se quisiera ver el mar desde lo alto, lejos del buque, abarcando en una sola mirada el círculo inmenso, para saber cómo es cuando no lo ve nadie...

    Se quisiera hundirse en el verde lechoso de esa agua saturada de espuma en suspensión, anhelo hermano del de paladear un jaspe o sorber un ágata sintiéndolos fundirse en la boca...

Untuosa. Resbaladiza. Me ha dicho que se llama Béatrice. Le he dicho que debiera llamarse Béatrix.
 
 
Jueves
 

    Cielo de ese azul-gris desteñido que tiene la vieja cerámica de Se-ul. Largas nubes resbalan hacia el mar de parafina. El sol, a estribor, lo derrite: brillo de papel de estaño arrugado.

    Un clipper se aproxima. Los veleros tienen algo de femenino y de juvenil de que carecen los vapores. Quizás por las velas blancas y el casco claro, quizás por las líneas más curvas, por su más cadencioso navegar. Y gustan más.

    El sedimento de los siglos duerme en nuestro sentido estético, y por eso aun nos parece más bello un corcel que una motocicleta.

Una minúscula tragedia que sólo yo he visto: alguien acaba de arrojar una botella vacía al mar, y la botella se ha ahogado. Por un momento asomó el cuello, después de la caída que levantó relampagueantes estalagmitas de cristal: empezó a tragar agua con un glu-glú desesperado, que se adivinaba entre el rasgar de sedas de olas; y se hundió burbujeando. Exactamente como se ahogaría una niña...

Los labios de Beatriz saben a...

    ¡Ah, sí!, saben a naranja mandarina.
 

Viernes
 

    Las blancas nubes de ayer se han deshecho en gaviotas. ¿Por qué no?, hay nubes que se deshacen en gotas de agua. Y en Veracruz -yo lo he visto- el humo de los buques se fragmenta en zopilotes.

    Al Norte -verde y ocre pálidos, salpicados de casitas blanquirrojas-, Inglaterra. En alguna ventana habrá alguien que mire: no somos para esa mirada invisible más que 'un barco que pasa'...

Ojos convincentes. Pero tiene nombre de pastel: Charlotte...
 
 
Sábado
 

    El Havre: tarjeta postal a colores.

    El ¡Uf! de la llegada.

    Y el ¡Ay! de la llegada...
 

 


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