La fecha del "Sueño de sueños"
 
 
 
 

Según todas las probabilidades, uno de los volúmenes menos leídos de la "Biblioteca del Estudiante Universitario" es el 55. Multitud de lectores merece, pues contiene el más curioso texto literario que nos haya legado la época virreinal; el Sueño de Sueños, compuesto por el P. José Mariano Acosta Enríquez. Es mina riquísima de refranes y frases figuradas. Ahí se encuentra ya la palabra "merolico" lo que desmorona la suposición evemerista de que haya sido origen de ella la facundia con que cierto sacamuelas extranjero llamado Dr. Merolyck embaucaba a sus oyentes en las plazuelas de la ciudad de México, allá por 1870 y tantos.

    Se le ha considerado hasta ahora como producción de la segunda mitad del siglo XVIII. La imprecisión no tendría mucha importancia si se tratase de la decimoséptima centuria, en que la evolución de las ideas fue muy lenta y poco marcada; pero durante aquellos cincuenta años la renovación ideológica y el progreso cultural marcaron en el mundo hispánico el fin de un ciclo histórico y el comienzo de otro. Importa m pues, situar en sus tiempos la obrita de Acosta Enríquez con la mayor exactitud posible. Por fortuna, hay en ella pormenores que permiten fecharla con aproximación bastante. No cabe en este artículo el desarrollo de los argumentos y deducciones aplicables, de manera que habremos de limitarnos a las conclusiones.

    No son elementos de apreciación cronológica las referencias que el autor hace a publicaciones de la Academia Española y a ediciones del Quijote, aparecidas en las dos últimas décadas del siglo XVIII; pero sí lo son los nombres de nueve médicos citados en las páginas 155 y 159, autores de obras de las que Acosta Enríquez dice: "Están muy bien recibidas las modernas extranjeras traducidas a nuestro castellano"; de ellas menciona cinco. Por otra parte, en la página 150, en diálogo con las sombras de Cervantes, Quevedo y Torres Villarroel, declara: "En orden a los libros que corren semejantes a los vuestros, (...) tenemos muchas fabulitas preciosas y útiles, substituyendo a muchas perniciosas antiguas"; y enumera veintiocho, casi todos ellos traducciones. Tres cita en las páginas 145 y 146. Nada más sencillo que averiguar en las bibliografías las fechas de las primeras ediciones de esos libros en nuestra lengua. Es obvio que la composición del Sueño de Sueños hubo de ser posterior a la más reciente de tales fechas.

    Varios títulos están equivocados. Aterior es probablemente el Antenor de Pedro Montengón y Paret (Madrid, Sancha,1788), de quien Acosta Enríquez menciona otros dos: Eudoxia (1793) y Rodrigo (1793); mas también pudiera ser la traducción de los Viajes por Grecia y Asia, con nociones sobre Egipto, de Esteban Francisco de Lantier, editada en Madrid en 1802. Tonjones, o el Expósito es, por supuesto, Tom Jones, de Fielding; la traducción española, por Ignacio de Ordejón, tomada de la versión francesa de La Place, se publicó en Madrid en 1796. Los dos Ronsones es errata por Los dos Robinsones, o aventuras de Carlos y Fanny, dos niños ingleses abandonados en una isla desierta de América, obra de francisco Guillermo Ducray-Duminil puesta en nuestro idioma y publicada en Madrid en1797. Casita y Polidoro es Caritá y Polidoro, del abate Barthélemy. La versión en castellano apareció en Madrid en 1797. Añadiremos, de paso, que en 1838 una nueva edición, valenciana, salió con el título de Caridad y Polidoro, más lógico. Carlos Gardison es El caballero Carlos Grandison, de Samuel Richardson, cuya versión fue impresa en Madrid en 1798.

    En el texto de Acosta Enríquez está plagado de faltas y mutilado el título de la novela de Fernando Gutiérrez de Vegas, publicada en Madrid en 1778. Se menciona, en efecto, al "célebre abogado Concuela" de igual modo que el simio en la fábula de La Fontaine, tomada al Pireo por un hombre; lo advertirá quien lea el kilométrico título: Los enredos de un lugar, o historia de los prodigios y hazañas del célebre abogado de Conchuela el licenciado Tarugo, del famoso escribano Carrales y otros ilustres personajes que hubo en el mismo pueblo antes de despoblarse. De notar es que el escritor queretano alaba a ese libro en términos hiperbólicos: "Puedo asegura -dice- que si alguno la asemeja al Quijote es el Tarugo, pero sin jactancia, sin hacer su autor alarde, sino con una discreción, disimulo y arte que parece hizo particular estudio en esto".

    La novela más reciente de las que hemos logrado identificar es Alejo o La Casita en los bosques, manuscrito encontrado junto a las orillas del río Isera, obra de Ducray-Duminil, Traducida del francés por D.J.R. y D.T.M.L., Madrid, imprenta de B. Cano, 1798-1799. Más reciente aún es el libro Elementos de Medicina, del Dr. John George Brown traducido por Joaquín Serrano Manzano y editado en Madrid, Imprenta Real, 1800. Dado que la segunda mitad del siglo XVIII abarca desde el 1° de enero de 1751 hasta el 31 de diciembre de 1800,iclusive ese libro queda dentro de aquel lapso. Pero quizás Acosta Enríquez no leyó la edición madrileña, sino la mexicana de 1801, en la versión de José María amable, que llevaba como apéndice un Tratado de inoculación de la vacuna; y tal vez conoció la traducción ampliada por Luis Montaña, Martín de Sessé y José Mariano Mociño, sacada a la luz en México por Ontiveros, en 1803.

    Un curioso pormenor mueve a tener al Sueño de Sueños como obra de principios del siglo XIC. Años antes, hacia 1792, Fray Joaquín Bolaños, en La portentosa vida de la Muerte -asimismo editada en la "Biblioteca del Estudiante Universitario"-, se había mofado del petimetre. A su vez, Acosta Enríquez se ríe del currutaco, de cuyo estrafalario atuendo hace una minuciosa y pintoresca descripción. Como esa burla coincide con otras aparecidas en el Diario de México a partir de principios de 1806, puede suponerse que entonces hayan sido intercaladas en el manuscrito tales páginas. El argumento no es decisivo, porque Acosta Enríquez pudo conocer el Libro de moda o Ensayo de la historia de los currutacos, pirracas y madamitas del nuevo cuño. Escrito por un filósofo currutaco y corregido nuevamente por un señorito pirracas. La tercera edición de esa obrita apareció en Madrid en 1796.

    Una precisión espigada en el texto del Sueño de Sueños permite situarlo sin lugar a dudas en el siglo XIX. Se lee en la página 144, donde el narrador, tras de enumerar locuciones usadas "en la época presente", dice: "A estas voces con que se expresan los críticos del día, se añaden otras que parece han sido inventadas de estudio pensado para formar un estilo adecuado al genio de los escritores del fin del siglo que acabó, llamado el de las luces". Díjose esto último del XVII -y, después, del XIX-, mas a nadie se le ocurriría decirlo del XVII. Lo expuesto basta para situar al sabroso opúsculo queretano en el primer lustro del siglo pasado.
 
 
 

Octubre de 1958
 

 


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