HORAS NEOYORQUINAS
(Antes "Nueva York de Día y de Noche")
[Esplendores y miserias.- Flores, burlas y mentiras]

Esplendores y miserias

¡Nueva York, la ciudad imperio...! ¿Hubo una cortesana de este nombre? Quiero creerlo, porque así y en reminiscencia del demiurgo de la Comedia humana,1 podría bien este nuevo ciclo de crónicas titularse "Esplendores y miserias", los extremos en que se polariza la vida de la urbe paradójica...

     "La vida americana -dijo Romain Rolland-, en que juntos la esperanza y el miedo del futuro son las más altas y siniestras fuerzas y donde coexisten inmensa sed de verdad e inmensa sed de mentira; absoluto desinterés y protervo culto del oro; sinceridad infantil y charlatanismo de feria..."

     "Esplendores y miserias" revelándose tanto a la visión del sociólogo como al ras de las banquetas cotidianas; luz y sombra en violento claroscuro de aguafuerte, que no en vano esta ciudad hace de los rascacielos espejo de sus "esplendores" y del subway subterráneo, cauce lóbrego de sus "miserias"...

     Pero no teatralicemos antes que los hechos rigurosos asomen sus máscaras trágicas o burlescas, ya que este exordio sólo intenta advertir el cambio de nombre de esta sección, celebrada y afamada por un generoso público lector, durante dos lustros bajo el nombre primitivo de "Nueva York de Día y de Noche".

     Ese título se telescopia hoy en este "HORARIO", pero la sección seguirá siendo idéntica en esencia y las horas diurnas o nocturnas intentarán brillar tan áureas y argentadas como lo permitan el esquivo sol y la macilenta luna de Manhattan, signos astrales de rascacielos y subways y de los "Esplendores y miserias" que se prodigan en Las Horas Neoyorquinas.

Flores, burlas y mentiras

     No dramaticemos, dejando mejor que absorba los choques de la impía realidad, cierto sentido humorístico, algo de aquella ironía que para Remy de Gourmont -amable filósofo- era la flor de la cultura. Y de flores trátase ahora, de la flor significando lo más selecto y en particular de la orquídea, tan artificial y fantástica como suele ser gran parte de la vida en esta Babilonia...

     Mas como siendo caprichosa y extraña esa vida es matizada y real como la rara flor, puede legitimar, para designarla, cierto vocablo tan híbrido como expedito...

     "NUEVAYORQUÍDEAS", palabra donde ciudad y flor se conjugan, titularía dentro de estas crónicas, los sucesos que fuesen "flor" o "fina flor", poseyendo caracteres positivos de belleza, bondad o verdad... Nuevayorquídeas desde Patricia Bowman la danzarina, o Maribel Vinson, la patinadora de pies alígeros, hasta el noble gesto municipal socorriendo en Nochebuena a los paupérrimos o allá en el azul los aeroplanos navales volando "encadenados" en formación "V" sobre Long Island o en los aparadores rutilantes los libros de aguinaldo, aunque aquí un simple cambio de acento: Nuevayork... ideas denotaría lo ideológico del caso...

     Pero en Nueva York, la urbe total, incrústase Manhattan, la isla que en el plano semeja una ballena prófuga del mar y encallada entre dos ríos y por todo Manhattan corre a su vez el oblicuo Broadway que es la columna dorsal del cetáceo, el espinazo cuyas vértebras de fuego pudieran ser (Virgo exclusive) todos los signos del zodiaco.

     En medio, pues, de las Nuevayorquídeas, preserve la crónica a Manhattan y clasifique sus productos: bluff, rackets, falsa civilización; lo desnaturalizado y lo inhumano, bajo un rubro patronímico: MANHAT... TANTEADAS...

     Y no olvide a Broadway con sus frutos: manzanas de Sodoma, oro afuera y ceniza adentro; peaches o peritas en miel picadas de pájaro (dicen que son las mejores) y clasifique la crónica a cuanto siendo ilusión, engaño o mentira es de Broadway, bajo el epígrafe de BROAD... UAYABAS!

         José Juan Tablada.
 
 

Excélsior, año XX, tomo I (6837), 2 ene. 1936, 1ª secc.: 5.

 


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