HIROSHIGUÉ
60

goku cerca del templo budista Eko-in en Riogoku). Templo fundado sobre las sepulturas de las 107,000 personas víctimas del formidable incendio de 1657. Eko-in es asimismo célebre por sus palestras de luchadores sumo-tori, y por eso en primer término de la estampa, se alza una de esas torres de andamiaje que anuncian las atléticas pugnas. Una faja del río, surcado por balsas y veleros, separa las dos márgenes paralelas, y en la más remota, sobre un canal secundario tiéndese el puente Guengoku. En el horizonte el Fujizan desfleca orlas de nieve sobre vertientes de turquesa...

    Después de los puentes viene la serie de los ríos, el Sumida gava, el Ongava, el Tonegava, que con sus brazos, arroyos afluentes y canales derivados, entretejen su red azulada en la ciudad negra y la multiplican en sus espejos, que el sol dora y azoga y la luna argenta y diafaniza. Son los ríos en el tráfico de la urbe populosa, "los caminos que andan" de Michelet; las venas y arterias que vivifican a la metrópoli, en la propulsión de una perenne actividad.
    Una estampa muestra el ángulo fluvial que abraza la isla de Yanagui shima con el rojo templo del Dios Zorro, bajo los sauces de cadentes festones.
    En otras, el río Konaki, alejándose en la perspectiva, es como una hoz de azul acero que hunde su punta en el horizonte; el río Ayasé forma un quieto remanso lleno de floridas espadañas; el Tonegava corre surcado por sampanes a la vela; el Guengava entreteje una cinta de zafiro por la nieve del 
 
 
 
 
 


 
Portada de Hiroshigué
Atrás Índice de los capítulos Adelante