![]() |
![]() |
![]() |
FICHA CATALOGRÁFICA
29. Proyecto de portada para La feria.
Miguel Covarrubias.
Sin fecha.
Tinta china sobre cartón.
8 3/4 x 11 1/8"
[Ext. izq. ms. a lápiz: "Impreso en tinta de este color" por JJT y en el ext. sup.: "La feria. J. J. Tablada". Al reverso también ms. a lápiz: "one line cut the biggest size you can get in 5 x 7 1/2" / "– 4 3/4 –" / "436 1/2". Roturas y manchas.]
NOTA
Héctor Valdés considera que La feria (Poemas mexicanos) (1928) es el libro más nostálgico de la obra poética tabladiana. En él se recrean imágenes y ruidos de la ciudad de México de las primeras décadas del siglo XX, con rasgos y características de lo que en el momento se identificaba como mexicano: la ciudad colonial de Puebla, el figón, el loro, el tianguis, la plaza, el México folclórico de los domingos, etc. También se evocan los recuerdos del autor: su infancia en Puebla, Otumba, la Hacienda de Chicomostoc y algunos personajes y episodios de su juventud en la ciudad de México. El prólogo del libro (en Obras I, p. 465) es en realidad un autorretrato:
La feria es la contribución del poeta al nacionalismo artístico de la época, tanto por su temática como por las características propias de la edición: los colores, los grabados y sobre todo la portada. Ésta se imprimió en color rosa mexicano para la primera y única edición del libro (Nueva York 1928), por el impresor F. Mayans, con ilustraciones de Miguel Covarrubias, Matías Santoyo, George (Pop) Hart. Las notas manuscritas seguramente son de Tablada, y dan indicaciones sobre el diseño de Miguel Covarrubias, cuya iniciales se pueden distinguir en la base de la composición que simula el tradicional papel picado. Para el poeta, el papel picado formaba parte del estilo que llamó "manera popular mexicana", en su Historia del arte en México (1927).La feria Algo de la feria de la vida nuestra, pero ritmada en su dinamismo, no ya por el Evohé juvenil, sino por la eutrapelia de la madurez, cuando ángelus y crepúsculos comienzan a insinuarnos la inminencia del propio declinar, el místico recogimiento para pensar en el más allá que ya vemos de cerca...
Algo de los sentidos perdura aún en esta "Feria", pero ya la ironía revela el desengaño... Abdicamos en favor de "El Gallo Magnánimo", el tardío donjuanismo.
De las sabrosas viandas de "El Figón" saboreamos ahora, más que las especias, la alegría, esencia espiritual...
En el amor hacia los animales, "El Loro", "El Sapo", "Los Pijijes", "El Gallo Habanero", uno que otro mínimo jaikai, es ya evidente la solidaridad teosófica con todo lo creado.
Quien espera ser ángel –todos lo seremos, porque la tierra es escuela de ángeles– recuerda que fue animal en la Luna entre los animales en humano devenir...
Otros poemas rememoran la infancia: "¡Ja, ja, ja...!", "El Pescadito de jabón", etc., por el eterno ahínco de vivir en el Tiempo integral, es decir, en el Eterno Hoy y no en la misérrima limitación de Presente, Pasado, Futuro, 0 + 0 + 0 de nuestro actual sensorio... Quizá también porque el hombre maduro o provecto al contemplar uno de sus retratos infantiles cree oír, conmovido, la Voz de Cristo: "¡Sed como los niños!"
En la plazuela donde se celebra la Feria hay una capilla de piedad y de fervor; en sus muros cuelga el "Retablo" a un poeta, como ex-voto no sólo a su venerada memoria, sino a la de todos los poetas que se fueron ya de la tierra patria y en honra de los que aún viven, crucificados por la vida bárbara como los leones de Cartago, o cegados para que mejor canten, como los ruiseñores chinos... Cuelga también en aquellos muros la "Oración a San Benito" que quizá irá a rezar "Antoñica", la lumia cachondona de vuelta del tripudio..., herrnana simbólica de mi juventud, por quien más indulgente que contrita, ruega hoy el alma-monja.......................................................................................................................................................
¡Pero cuánta vana palabra...! Los poetas, la patria, yo... ¡Cuando patrias y hombres no son, no somos, sino polvo de átomos en la armoniosa vorágine que nos arrebata hacia Dios!
JJT
Nueva York, otoño de 1926
MLHV