Nina C. de Tablada Poemas de Un Dia... (Reverso)

 

FICHA CATALOGRÁFICA
 

75. Serie de ocho recortes provenientes de diversas publicaciones cuyos personajes principales son JJT y/o NCT.

8) Nina C. de Tablada.
7 1/2 x 10 1/4"
[Al pie: "Señora Nina C. de Tablada". Al reverso poemas de Un día... con ilustraciones de JJT y fotografía del autor. Rasgaduras, manchas, mutilaciones y dobleces.]
 
 

NOTA
 

Fotografía de Nina Cabrera de Tablada

Esta fotografía forma parte de la galería de imágenes que ilustraron el número de homenaje que el semanario Actualidades dedicó a José Juan Tablada, con motivo de la publicación de Un día... (Actualidades, año III, núm. 40, 5 oct. 1919, p. [13]).
    El testimonio de Nina sobre José Juan Tablada resulta ser un documento en extremo discreto, que profundiza muy poco en las relaciones del matrimonio, por lo que sólo ocasionalmente se encuentra algún desliz del poeta:

La primera recepción diplomática a la que asistí, en enero de 1919, fue mi primera experiencia en un baile, lleno de elegancia y de suntuosidad. Valsé con un joven que se fijara en mí para sacarme a bailar, con alguna timidez, pues la mirada que le dirigía mi esposo era de más en más severa y penetrante... Las parejas salían a ratos al jardín de la Legación, que se dijera un enorme parque; a lo largo de un sendero, se admiraba un verdadero bosque de naranjos y rosales. Entre la música lejana que persistía en el salón, mi compañero me tomó del brazo, conversando. Vi a mi esposo en compañía de una bella joven francesa. Se adelantó con ella, presurosamente, hacia donde estábamos y se interpuso con su compañera entre mi pareja y yo, muy sonriente pero decisivo. Mi acompañante, un joven holandés de poco más de veinte años, desempeñaba un puesto en la Legación de su país, como agregado militar; pero no sé por qué motivo no le cayó bien a mi esposo.
    Terminada la recepción y ya en la intimidad de nuestro alojamiento, le pregunté a José Juan por qué había tenido aquella actitud en el jardín, y le dije que, si en otras reuniones sociales iba a enojarse de igual modo, mejor volvería a casa de mi familia, en Nueva York. Se quedó cabizbajo, pero nada contestó [...] Otras de las reuniones más elegantes eran las que se efectuaban en casa de la princesa Machiabeli; pero allí sólo una vez acompañé a mi esposo, a un té, porque llegué a imaginar que ella prefería mi ausencia, si bien José Juan insistía en que las invitaciones de la princesa eran siempre para los dos. Unas veces me fingía enferma para no ir, y en otras ocasiones me excusaba diciéndole que el trato con las mismas personas y en los mismos lugares llegaba a fastidiarme, y que prefería quedarme en casa. La realidad era que no tardé en comprender que de todas las señoras que asistían a esas reuniones, ninguna le había atraído tanto a mi esposo como la Princesa Machiabeli, no sólo por su cultura, sino también por su rara belleza. Era rusa, y le contaba a José Juan sus tristezas y luchas mentales, que tenían por origen su país. Le pedía consejos, como si les ligase una amistad antigua, y mi esposo llegó a conocer toda su historia –de la que ella se envanecía– por las confidencias que tuvo con él. Recuerdo que, en una ocasión en que José Juan rehusó asistir a un día de recibo de la princesa, ella le escribió una carta, sintiéndose muy ofendida porque no se había presentado esa tarde a pesar de tener en ella una admiradora tan ferviente... [José Juan Tablada en la intimidad, pp. 26-27, 45-46].


Poemas de Un día...

Esta página, que contiene algunas piezas de Un día..., se publicó en Actualidades, año III, núm. 40, 5 oct., 1919, p. [14], en el homenaje a Tablada. Don José María González de Mendoza, el Abate, además de haber sido el más ferviente admirador de la obra de Tablada, fue también un conocedor de su obra. Véase su detallada descripción de los dibujos que sirvieron para ilustrar el libro de poemas titulado Un día...:

Tablada produjo muchos dibujos a lápiz, realzados a la acuarela con levedad. Son, por lo general, de muy pequeño tamaño: apenas el de tarjetas postales, a lo más de la carta comercial. Los que compuso para ilustrar su libro: Un día..., están en pedacitos cuadrados de papel Wattman; el dibujo ocupa un círculo del tamaño de un peso de aquellos de gorro frigio, rayos solares y balanza de la Equidad. Es tan sólo un bosquejo; el colorido, una indicación. Comparado con las estampas, se advierte que para grabar los clisés fue necesario retocar y afirmar el trazo de los originales, en las calcas de ellos sacadas. No están coloreadas esas ilustraciones en el libro ["Pinturas de Tablada", en Ensayos selectos, p. 160. Versión electrónica en la página Poesía de José Juan Tablada].


ELV