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FICHA CATALOGRÁFICA
74. Colección de trece tarjetas postales.
8) Detalle de la catacumba del Carmen.
3 1/2 x 4 1/4"
[Al reverso ms. con lápiz: "Detalle de la / catacumba / del Carmen / París".]
NOTA
José Juan Tablada se casó con su primera esposa, Evangelina Sierra, sobrina de Justo Sierra, en enero de 1903. El viaje de bodas tuvo como principal destino París. Es probable que entonces el poeta haya visitado las catacumbas de esa ciudad, aunque no se conoce ninguna evidencia al respecto.
Tablada estuvo por segunda vez en la Ciudad Luz de finales de 1911 a principios de 1912. Durante este periodo envió una serie de "Crónicas parisienses" a Revista de Revistas, que más tarde, en 1918, reunió como libro bajo el título Los días y las noches de París. La reedición de esas crónicas en el volumen Obras III, prologada, anotada y enriquecida con otros textos del autor, constituye el mejor testimonio de los temas parisienses en la obra tabladiana.
A pesar de que ninguna de las crónicas parisienses está dedicada específicamente a las catacumbas, en la que lleva el título "A la sombra de Notre Dame", después de observar que dentro de esa catedral el sentimiento religioso no se siente exaltado, el autor compara dicho edificio con estos osarios subterráneos:No; más bien este templo sombrío, inquietante como una selva antediluviana, frío como una catacumba, obscuro y opresor como una cripta, parece el santuario de algún dios vengativo y formidable o el mausoleo de mil emperadores o la capilla expiatoria de una vasta hecatombe, cuya sangre aún no se orea y que todavía alienta pésames sin consuelo y remordimientos implacables... [p. 153].Tablada afirma que al salir de la torva catedral recordó que Huysmans la había tachado de impura y que Lafcadio Hearn había descrito un sentimiento inédito apropiado a la experiencia que estaba viviendo: el "horror gótico". También menciona las gárgolas vigilantes sobre París y hace referencia a la profanación de la catedral por "satanistas medievales".
Toda esta ambientación sombría y macabra encaja con la historia de las catacumbas de París. A diferencia de las catacumbas italianas, cuyo origen se remonta a las persecuciones de los primeros cristianos en la Roma imperial, las catacumbas de París surgieron a causa de dos problemas mucho más recientes. En 1777, la explotación anárquica de las canteras calcáreas en el subsuelo de la ciudad, que se había iniciado desde el siglo XIII, alcanzó un punto crítico: la vasta red de galerías puso en peligro los edificios de la superficie y hubo que crear la Inspección General de Canteras para prevenir accidentes revisando y consolidando esas excavaciones. El otro problema fue la saturación de los cementerios. El temor a que los miasmas de los cuerpos en descomposición comenzaran a propagar enfermedades y a causar epidemias, llevó a retirar las osamentas de varios cementerios y a colocarlas en esta red de túneles, siguiendo como ejemplo el acomodo de los huesos en las catacumbas romanas; de ahí el nombre del lugar. De 1785 a 1787 la escena macabra del traslado de los huesos del Cementerio de los Inocentes se repitió noche tras noche. Este tipo de transferencias continuaron hasta la década de 1870 y llegaron a acumular en las catacumbas los restos de seis millones de parisienses, aproximadamente. Desde luego, esto dio origen a una serie de leyendas e historias macabras. El sitio fue, y continúa siendo, un punto de interés para el viajero.
El uso que Tablada dio a la palabra "catacumbas" fue el de inframundo, lugar subterráneo y misterioso donde se conspira, se peca, se convive con todo lo ilícito. En varias crónicas neoyorquinas incluidas en el CD-ROM La Babilonia de Hierro se maneja este significado. En casos menos frecuentes, Tablada utilizó la palabra en el sentido de "refugio" –refiriéndose a las prácticas de culto clandestino de los primeros cristianos perseguidos en Roma y a la sepultura de sus mártires– y aprovechó este significado para introducir sus ideas teosóficas acerca del nuevo despertar espiritual del mundo.
RMS/ELV