NUEVA YORK DE DÍA Y DE NOCHE

La música del momento y el utramodernismo musical

Retorno del veraneo

Nunca como en esta época del año se hace visible la enorme población de esta férrea Babilonia, porque precisamente en estos días otoñales en que alternan caprichosamente los últimos calores del estío y los prematuros fríos invernales, es cuando tiene lugar la rentrée, el retorno de las vacaciones y veraneos en montañas, playas y lagos, no sólo los de esta enorme nación, sino los de Europa y Asia. En foyers de teatros, en las mezzanines de los hoteles de moda y en los salones de los clubes cuyas enormes chimeneas hacen crepitar el primer trashoguero del invierno, volvéis a ver amigos cuya ausencia os había revelado alguna postal procedente de remotos parajes que tan pueden ser la Calcuta bengalí, como el Yukon de la boreal Alaska. Viajar, para los ciudadanos de esta patria o para quienes viven en ella y adoptan sus hábitos, es la actividad más frecuente, la que convierte sus vidas en continuo trashumar. Son naturalmente los artistas quienes hacen de sus viajes los relatos más interesantes y pintorescos y os cuentan esos secretos o esas naderías que no figuran en periódicos o en libros, pero que os dan la más recóndita pulsación del mundo.

La música del momento

Así Edgar Varèse, cabeza de la música modernista en Nueva York y que regresa de París y de Berlín, me habla de la reciente obra de Alfredo Casella, Evolución de la música por la perfecta cadencia.
    La obra crítica de autoridad tan indiscutible como Casella, consagra la obra audaz e innovadora de Varèse y de allí el entusiasmo del joven maestro autor de Octandra, de La Croix du Sud y de tantas obras tan apasionantes que han hecho reñir de palabra y obra a los auditorios neoyorquinos, lo cual, dadas la flema y la frialdad de estos públicos, es un milagro casi órfico...
    Por temor de incurrir en tecnicismos no cito en pormenor los comentarios de Varèse a la obra de Casella. Baste decir que éste divide en tres periodos la gradual formación de la cadencia, a saber: 1º., el periodo de los primitivos, el renacimiento, los clásicos y los románticos. 2º., los post-Wagnerianos, neoclásicos, precursores de la era presente, etc. 3º., el actual periodo caracterizado por la "polimodalidad", la "simultaneidad tónica", y la "atonalidad"...
Quiero fijar ciertos puntos enmedio de las entusiastas efusiones de mi amigo y lo interrogo:
    –¿Quiénes son, a juicio del maestro Casella,  los precursores de la nueva música?...
    –Mozart, Weber y Mendelssohn, por supuesto, aunque éstos sean fundadores más que precursores. Stravinsky y Erick Satie... ¿Lo ve usted, Tablada? Cuántas veces se lo he dicho; la influencia de Satie en música es tan grande como la de Cézanne en pintura o la de Rimbaud en poesía. ¿Recuerda usted cuándo...?

La cuarta dimensión musical

De nuevo tengo que interrumpir a mi amigo para determinar otros temas y poder ofrecer a mis lectores la fine fleur de las novedades musicales:
    –¿Y qué piensa Casella de la melodía?
    –Pues como era natural suponerlo, piensa que la melodía representa la forma musical más vasta y más primitiva...
    –¿Y del ritmo...?
    –Lo considera como el poder propulsor de la música; pero cree que no es un elemento musical específico, sino "extra-musical", "inorgánico"... De los tres elementos clásicos, melodía, ritmo y armonía, sólo este último es intrínseca y específicamente musical...
    La música, según Casella, es una fusión de esos tres elementos, pero es también una relación cuantitativa la que los norma por medio de tono y duración, relación que al desarrollarse la sensibilidad musical, se transformó en concepción cualitativa y se hizo la principal y característica, la "Cuarta Dimensión" de la música moderna...
    –"Cuarta Dimensión"... ¿así como suena...?
    –Mais certainement!... Es la concepción del "color tónico", de los "valores" en el sonido musical... En la historia de la evolución de la música, mon cher, en lo más remoto, al principio, se encuentra "la melodía", el canto humano y los instrumentos primitivos; después "el ritmo", las danzas guerreras o religiosas, posteriormente la "armonía", la polifonía moderna...
    Ahora, en estos momentos, estamos presenciando el nacimiento de ese cuarto elemento que señalará una nueva jornada en el desarrollo de la conciencia musical humana, pero vea usted estas notas que Casella me permitió tomar de su obra inédita:

Ultra-modernismo musical

En un papel rayado de pentagrama, el músico ultra-modernista leyó:

"Respecto de la  teoría de la  música como algo enteramente dependiente de la presencia de la línea melódica y el ritmo, si la música fuese exclusivamente melódica y rítmica, la duración sería la única 'dirección' posible en la cual una obra musical podría expandirse plásticamente. Sin embargo, la armonía es una simultaneidad, estando basada sobre la combinación vertical de varias notas. Ahora bien, simultaneidad y duración son dos nociones mutuamente incompatibles. Es precisamente esa 'simultaneidad' la que constituye la base de  la moderna expresión tónica y recordando la infinita capacidad evolutiva de la mente humana, es legítimo considerar la hipótesis de que en un futuro no muy lejano, una simple 'simultaneidad' de sonido y color pueda en sí abrazar una iridiscencia de sensaciones y emociones igualando aquellas que ahora se desarrollan en la duración de todo un fragmento musical. En otras palabras, un simple acorde en el cual los tonos suenen simultáneamente, sin otra relación que la armonía, puede evocar una impresión musical completa."
    Y Varèse concluyó:
    –Las melodías  de  color tónico  profetizadas  por Schoenberg en su Harmonieenlehre no nos hacen ya el efecto de meras fantasías de laboratorio!...
    Sonreí con "simultaneidad" de admiración y escepticismo, y ágil, al notarlo, el genial músico me asaltó enfurecido:
    –Mais voyons. Es tonto dudar comme ça! Sobre todode vuestra parte... ¿Cuántas dimensiones tienen las poesías de Lamartine? Dos, ¿no es cierto? Son superficiales, en superficie, ¿no es así? ¿Y las poesías de usted.?... ¿Y las de Guillaume? (Varèse se refería a Apollinaire, su íntimo amigo.) ¿Y las de ese Jeun Mexicain, que atravesó la Quinta Avenida con una flecha azteca en el corazón? ¿Cómo se llama el jeun poète?...
    Tuve que rectificar.
    –Perdón, Varèse. El joven poeta se llama Carlos Pellicer; pero no lleva la flecha en el corazón, sino en la mano, a guisa de bastón...
    –¡Ah... es lástima! ¡En el corazón hubiera sido más bello!... Pero son beau poème, el del avión, cómo dice?
    Tuve que recitar lo que recordaba de la hermosa poesía:
 

Desde el avión
Vi hacer piruetas a Río de Janeiro
arriesgando el porvenir
de sus puestas de sol
Se ponía de cabeza
sin derramar su bahía...
Al bajar
tenía yo los ojos azules
y agua de mar dentro del corazón.

¿Ve usted?, comentó el músico entusiasmado. Poemas así son "en profundidad"; en una dirección nueva. ¿Por qué, pues, negarle a la conciencia musical, las expansiones que son evidentes en la poética?...
    Hay que advertir que Varèse habla bien el español y lo comprende perfectamente. Así se explica que haya musicado poemas de Vicente Huidobro, el más intenso de los poetas de Chile, y poesías de quien esto escribe. Además, Varèse adora el arte de México, el precortesiano, y para exaltarse cuando compone, tiende frente a su piano, bordados holoséricos de China y un brillante sarape del Saltillo. Quizás por ello su música es a veces  armoniosamente matizada y a veces exhuberante de color...

¿El espectro de la rosa?

Inclinada sobre la balaustrada de la mezzanine del hotel, vista desde abajo por nosotros, en un escorzo que recordaba el de la Verónica Franco en el inmortal plafón veneciano, una bella mujer de cabellos bronceados al hené, de labios tintos en rouge y los ojos profundizados por el kohol oriental, se dirigía a nosotros, nos llamaba...
    Notándome sorprendido, mi amigo me dijo, mientras acudiendo al llamado, subíamos la escalinata:
    –Es la Kustodioff, Anna Ivanova; los presenté a ustedes en el muelle cuando llegamos; ¿no recuerda?
    La hermosa rusa, una de las mejores intérpretes de la Salomé de Wilde, nos recibía agitando en la diestra un aerograma que nos mostró. Pude leer la firma "Tamara", pero ni a mi amigo ni a mí, nos decía nada aquel nombre exótico...
    –Es de Tamara; de Tamara Karasavina que viene en el Mauretania! ¡Qué gusto! ¡Vivirá conmigo y ustedes la conocerán! Los invito desde ahora. Varèse, tendremos caviar y vodka!
    La prensa del siguiente día confirmó la nueva. Vendrá a Nueva York la más voluptuosa bailarina que me haya sido dado admirar; la modelo de León Bakst; la compañera del desventurado Nijindsky; la estrella del imperial ballet Diaguileff... La vi hace años en el Chatélet de París, danzando en Scheherezada, en El Fauno, en El espectro de la rosa...
    Desde que la vi, el mundo ha cambiado. Se hundieron para siempre los fastos imperiales en que su hermosura brilló. Su compañero, Nijindsky, bello y fuerte como un Apolo chipriota, sintió que su razón se le iba en un giro de su danza...
    Ella misma, la linda Tamara, después de tantos años y de tantas adversidades, ¿no será acaso un Espectro de la rosa, de aquella rosa magnífica cuya primavera consagrara París entusiasmado?...

José Juan Tablada

Nueva York, octubre, 1924

El Universal, 19 de octubre de 1924, en el CD-ROM La Babilonia de Hierro.