Metamorfosis de un insecto

 

FICHA CATALOGRÁFICA
 

Carpeta V. Carpeta de forma italiana con pastas verdes, 52 folios con obra plástica de JJT.
9 7/8 x 6 1/4"
Descripción por folio.

23) Metamorfosis de un insecto.
Lápiz, tinta y acuarela sobre papel.
4 1/8 x 7 1/4"
[Cada figura va numerada. En el ext. inf. der. ms. tinta negra: "1 y 2: orugas. 3: crisálida. 4: capullo de crisálida. 5 y 6: insectos adultos".]
 
 

NOTA
 

Durante su paso por el Colegio Militar, ubicado entonces en el Castillo de Chapultepec, Tablada formó su primera colección de insectos. Este dibujo está relacionado con los inicios de su afición a la entomología. En José Juan Tablada en la intimidad, Nina Cabrera recoge el siguiente episodio del  Anecdotario del Colegio Militar, escrito por Carlos Noriega Hope para El Universal Ilustrado. En él podemos ver tanto la pasión del  poeta por esta disciplina como su disgusto por hallarse en la institución castrense:

José Juan Tablada era la "pingüica" del Colegio Militar. Pequeño, de estatura y de años, paseaba su desenfado entre los futuros generales, pintando monos en las paredes y coleccionando insectos... Era un formidable amante de la naturaleza, y a la manera de un Fabre desconocido, sólo vivía para sus amados insectos. A todas horas su kepí estaba condecorado con escarabajos, mariposas, moscas y gusanos, y un zumbido extraordinario iba marcando su paso por los corredores del Colegio.
    Un día hubo revista presidencial. Todos los alumnos se pusieron de veinticinco alfileres y, a la hora precisa, formaron, pálidos y solemnes, esperando la visita de don Porfirio. Entre ellos se encontraba "Tabladita", pequeño y esmirriado, que parecía sostener un mauser interminable...
    Y precisamente cuando don Porfirio, con el pecho cuajado de condecoraciones, pasaba frente a los alumnos lívidos, "Tabladita" arrojó al suelo el mauser y rompió filas, corriendo a través del patio, con el kepí en la mano, que agitaba locamente.
    Cuando terminó la ceremonia, "Tabladita" fue llevado ante el general Villegas, director del Colegio. El soldadón temblaba colérico, atusando sus bigotes entrecanos.
    –¿Por qué rompió filas?... ¡Lo voy a expulsar!
    "Tabladita", ingenuamente, explicó:
    –Hace seis meses que busco cierto moscardón rarísimo... Por una feliz casualidad, a la hora de la formación pasó zumbando junto a mis orejas... ¡Lo pude agarrar!
    Y sonriendo, con perfecta sencillez, mostró en seguida una mosca ensartada en un alfiler al señor general de brigada, director del Colegio Militar, don Juan Villegas...
    Naturalmente, José Juan Tablada no duró mucho en el Colegio Militar [pp. 42-43].

RMS/AEHM