HIROSHIGUÉ:
EL PINTOR DE LA NIEVE Y DE LA LLUVIA,
DE LA NOCHE Y DE LA LUNA
NOTA
DEL EDITOR
Según cuenta José
Juan Tablada en Las sombras largas, la segunda parte de sus memorias,
Hiroshigué: el pintor de la nieve y de la lluvia, de la noche
y de la luna fue concluido en los "congojosos y adversos días
de 1914". Después de la Decena Trágica, en febrero de 1913,
el poeta había aceptado colaborar con el régimen de Victoriano
Huerta y a su término, en julio de 1914, tuvo que preparar su salida
del país. Dejaba atrás no sólo una posición
social y económica a la que siempre había aspirado, sino
la casa que había construido en Coyoacán, a la que llegó
a llamar "pequeño emporio del arte". En ella, había estado
rodeado de sus objetos más queridos, sus "posesiones de artista"
que serían pisoteadas por los revolucionarios zapatistas: su biblioteca,
con libros raros y preciosos, sus colecciones de arte japonés y
prehispánico y su jardín, con el pequeño estanque
lleno de carpas, tortugas y aves, el invernadero de orquídeas, los
árboles frondosos y el pabellón japonés.
Sin embargo, como un mensaje
de arte en una frágil botella arrojada por el náufrago, cuenta
el poeta, Hiroshigué no se perdió y, para 1928, fecha
en que redactaba Las sombras largas, ya se había convertido
en pieza de coleccionistas, por su combinación de belleza y erudición,
y había merecido halagüeños juicios de orientalistas
y escritores de arte. En las palabras de Tablada se percibe el gran aprecio
que le tenía a esta obra, quizá por la gran cantidad de trabajo
que le invirtió. Como observa Atsuko Tanabe, en El japonismo
de José Juan Tablada, el poeta fue minucioso en sus referencias
bibliográficas, a diferencia de trabajos anteriores. Frecuentemente,
en los días "congojosos y adversos", Tablada se refugió en la
preparación de Hiroshigué; años más
tarde la mostraría orgulloso a sus amigos.
Para 1914, el conocimiento de
la cultura japonesa que Tablada había ido acumulando a lo largo
de muchos años había alcanzado su clímax. Si, como
él mismo lo comenta en La feria de la vida, se inició
con la amistad de Pedro de Carrere y Lembeye, coleccionista de arte japonés
y profundo conocedor de dicha cultura, poco a poco su desarrollo se fue
haciendo palpable en varios poemas, artículos y traducciones, publicados
entre 1891 y 1900. También son testimonio de este interés
varias acuarelas que se conservan en el Archivo Gráfico, reproducido
en este CD-ROM, en las que el poeta-pintor copia o imita, con tinta, lápiz
o acuarela, algunas estampas japonesas, como la escena que representa la
salida del Mikado, de un biombo propiedad de Carrere y Lembeye, fechada
en noviembre de 1893. El viaje a Japón, de mayo de 1900 a febrero
de 1901 —cuya veracidad ha sido puesta en duda tanto por escritores contemporáneos suyos como por críticos de su obra— es otro hito importante en este trayecto. Enviado a dicho país
por la Revista Moderna, el poeta escribe una serie de crónicas
que saldrán en diversos números de esta publicación
y que más tarde reunirá en su libro En el país
del sol (1919). A su regreso, Tablada siguió escribiendo sobre
temas japoneses, en publicaciones como El Mundo Ilustrado, El
Imparcial, Revista de Revistas, El Diario y La Semana
Ilustrada, según consta en el Catálogo de artículos
de José Juan Tablada en publicaciones periódicas mexicanas
(1891-1945), de Esperanza Lara Velázquez. A finales de junio
de 1913, Tablada adquirió la colección de libros japoneses
de Carrere y Lembeye y, en marzo de 1914, el Emperador Japonés le
otorgó la condecoración del Zuijo-Sho y la Distinción
del Cuarto Orden.
La importancia de Hiroshigué
no radica sólo en su belleza, hoy cuestionable debido a los grandes
avances de la industria editorial, ni en su erudición, quizá
adelantada para su lugar y época. El libro es fundamentalmente un
homenaje al artista japonés, pero también a Edmond de Goncourt,
a quien consideraba su maestro. El poeta lo dedica a la memoria de este
escritor francés e incluso lo propone como continuación del
plan original que éste tenía de publicar monografías
sobre 5 pintores, de las cuales sólo alcanzó a concluir Outamaro,
le peintre des maisons vertes (1891) y Hokousaï. L'Art japonais
du XVIIIe siècle (1896). Hiroshigué también
es un ejemplo notable de prosa poética modernista, pero, sobre todo,
es una obra que explica la transformación profunda de la poética
de Tablada, la cual se hace evidente en su posterior ejercicio del haikú.
Ya en su ensayo "Los hai-jines mexicanos", José María González
de Mendoza señala la importancia de un pasaje de Hiroshigué,
en la página 37, en que el poeta sugiere que el pintor Toyohiro
pudo haberse inspirado en un haikú de Basho para realizar su cuadro
Las campanas de la tarde en Ueno. Tablada incluye una traducción
de dicho haikú, comenta que este tipo de pequeños poemas,
de admirable concisión impresionista, vertidos al español
parecen incoherentes, y propone una paráfrasis poética que
equivaldría a lo que un japonés leería en dicho poema.
González de Mendoza apunta que tal vez fue esta incoherencia la
que llevó a Tablada a "transplantar el hai-kai al castellano creando
sustancialmente una poesía occidental en una forma japonesa". Sin
embargo, la conexión profunda entre Hiroshigué y el
cambio en la poética de Tablada fue mejor señalada por Atsuko
Tanabe, quien subraya que es en esta obra donde se hace evidente que el
poeta mexicano había comprendido la "relatividad recíproca"
de la pintura y la poesía japonesas, su equilibrio y mutuo refuerzo
practicado tradicionalmente en esa cultura desde épocas muy antiguas
en formas como el emakimono, el kakemono y el shikishi.
El mismo ejemplo del poema de Basho le sirve a Atsuko Tanabe para resaltar
la conciencia que tenía el poeta mexicano de este vínculo.
Habría que agregar que, en la página 68, Tablada da un ejemplo
que corre en sentido contrario al de Basho y que lo complementa: el "Paisaje
lunar", incluido en el Yamato Meisho Zué, es comentado por
dos utas. Atsuko Tanabe también observa que otro rasgo fundamental
de Hiroshigué es que en él se percibe que Tablada
manejaba conceptos como mono-no-aware ("sentimiento sobre las cosas")
y kokoro ("corazón en el sentido de mente, espíritu,
sensación y entrañas contenidas en el tórax"), y que
había depurado su visión del ukiyo-e, liberándola
de ser sinónimo de pintura pornográfica, para abrirla a la
contemplación de la naturaleza en un panteísmo ingenuo, atribuido
por el poeta al budismo.
Este peculiar papel que juega Hiroshigué
en la evolución literaria de Tablada fue una de las razones que
nos llevó a realizar la presente edición electrónica
e incluirla en el CD-ROM José Juan Tablada: letra e imagen.
Otra fue poner a disposición del público en general esta
rara obra que ha permanecido sin ser reeditada desde 1914. A diferencia
de libros como Un día… Poemas sintéticos y El jarro
de flores. Disociaciones líricas, incluidos también en
este disco compacto, se respetó la organización del original,
especialmente en lo que se refiere a la paginación, para que el
texto pueda ser consultado y citado refiriéndose a ella. Esta característica
permitirá a los estudiosos de la obra de Tablada y de su lugar en
la historia de la literatura usar la edición electrónica
con la confianza de que pueden remitir con exactitud al original.
El libro no tiene colofón,
sólo la noticia de que se tiraron 30 ejemplares (10 en papel Imperial
del Japón, 10 en papel de hilo hecho a mano y 10 en papel Wattman)
"todos numerados y sellados por el autor". Para la edición electrónica
se trabajó con dos de ellos. En el Centro de Estudios Literarios
contamos con uno que se encuentra depositado en la Biblioteca Rubén
Bonifaz Nuño del Instituto de Investigaciones Filológicas.
El otro es uno de los tres ejemplares que forman parte de los fondos reservados
de la Biblioteca José Vasconcelos, antigua Biblioteca México.
El primero se identificó como ejemplar de papel Wattman. Sin embargo,
el segundo, a pesar de las diferencias que tiene con el primero —las cuales
serán comentadas al detalle más adelante— también
parece estar hecho en papel Wattman, según nos indican los restauradores
de la Biblioteca José Vasconcelos. Esto puede deberse, nos aclaran,
a que lo que se conocía como "papel japonés" pasó
a ser llamado "papel Wattman" o a que se hizo otro tiraje de la misma edición
del cual no se tiene noticia. Como quiera que sea, estos detalles ponen
en tela de juicio la exactitud de esta noticia de tiraje.
La obra está compuesta
de las siguientes unidades: portada, portadilla, página de dedicatoria,
página de ex libris, página de anuncio de "Monografías
Japonesas", página de noticia de tiraje, un prefacio titulado "Torii",
portadilla interna, veinte capítulos con láminas intercaladas,
un "Epílogo prematuro", índice de grabados, página
de erratas y un índice de capítulos. Siguiendo la navegación
lineal, todos los elementos anteriores se presentan en este orden.
La portada se tomó del
ejemplar de la Biblioteca José Vasconcelos pues el del Centro de
Estudios Literarios carece de ella. Se le hicieron algunos ajustes usando
un editor de imagen, dado el deterioro en que se encontraba. La portadilla
fue digitalizada en una imagen gif tipo calcomanía que aparece sobre
un fondo neutro general para todo el libro. En este caso, a diferencia
de los otros libros incluidos en el CD-ROM, este fondo no simula papel.
Sobre este fondo, que aparece en toda la pantalla, se dibuja lo que equivaldría
al contorno de la página, aunque no siempre es así, como
sucede con la portada. En la parte inferior de la pantalla se encuentra
el juego de botones de navegación.
La navegación puede ser
secuencial, por medio de estos botones, y no-secuencial, con la ayuda de
los índices. Los botones están dispuestos en forma de estrella.
El de la derecha sirve para avanzar; el de la izquierda, para retroceder;
el del centro, para ir al índice del texto; el que apunta hacia
arriba, para pasar a la página de inicio; y el que apunta hacia
abajo para ir al índice de imágenes. Es importante señalar
que la entrada al libro desde su inicio, es decir, desde su portada original,
se realiza pulsando sobre la imagen principal de la página electrónica
de presentación. Si el lector entra en los índices, saltará
las primeras páginas hasta el ex libris. Para remediar este salto
se incluyó en el índice una liga a la portada principal,
colocada debidamente entre corchetes, como otras de las pocas observaciones
que se agregaron al texto.
En cuanto a la numeración
de las páginas, es indispensable hacer las siguientes observaciones.
En la edición electrónica, se omitieron las páginas
II, IV, VI, VIII, XIV, 2, 26, 30, 42, 50, 56, 76, 80, 98, 110 y 120 porque
en el original son páginas izquierdas en blanco que incluso no llevan
numeración. Tampoco están numeradas las páginas que
inician cada capítulo, peculiaridad que se repitió en la
edición electrónica. En el original, el monograma de Tablada
aparece en la esquina superior derecha de todas las páginas impares.
En la edición electrónica, se decidió colocarlo en
todas las páginas porque sólo así su presencia sería
constante durante la lectura, como sucede en la edición en papel.
La leyenda de las cornisas se reprodujo con la misma peculiaridad del original:
las páginas pares dicen "Hiroshigué" mientras que las impares
dicen "José Juan Tablada".
Imagen del sello JJT.
Ya que las láminas
del libro, incluyendo el "Ex libris", no cuentan dentro de la paginación,
los señalamientos en el "Índice de grabados" remiten a la
página inmediata anterior, a excepción de "Hiroshigué.-
La ráfaga", que envía al lector a la página 87, la
inmediata posterior. En el índice de grabados, la remisión
que se hace en "Hokusai.- El Fuziyama en 3 pinceladas" a la página
6 es incorrecta porque el grabado realmente se encuentra entre la página
2 y la 3. Esta errata se corrigió.
Todas las láminas del
ejemplar del Centro de Estudios Literarios son en blanco y negro. En cambio,
el ejemplar de la Biblioteca José Vasconcelos que usamos tiene una
imagen coloreada —"Ex-libris".-Tortuga suspendida sobre un pozo, por Hiroshigué"—,
la página "Sellos y firmas en las estampas de Hiroshigué"
a dos colores, y casi todas las láminas de Hiroshigué con
un sello rojo que no existe en el ejemplar del Centro de Estudios Literarios.
Las láminas que excepcionalmente no lo llevan son: "Aldea bajo la
nieve", "La lluvia en el camino", "Takanava al claro de luna", "Estudio
de peces" y "El puente de los monos". Este sello aparece a la manera de
los sellos de los pintores japoneses —que se describen en la obra— y lleva
estilizadas las iniciales "JJT", colocadas de derecha a izquierda.
Imagen del sello "japonés"
de Tablada.
La presencia de este
sello y el hecho de que el monograma en las páginas impares también
es un sello justifican la leyenda en la página de tiraje, que indica
que los ejemplares fueron "sellados por el autor". Todas estas imágenes
a colores fueron fotografiadas y posteriormente digitalizadas para incluirlas
en la edición electrónica. Es importante señalar que
hay algunas ligeras diferencias entre los títulos que se encuentran
impresos en las imágenes y los que el autor consigna en el índice.
Se decidió mantenerlas porque la información que contienen
se complementa. Sólo se encontró una errata que fue corregida:
el lugar de los títulos "El puente de los monos" y "Aldea de Kambara
bajo la nieve" en el índice estaba intercambiado.
Los índices y la página
de erratas se encuentran, como fue anunciado anteriormente, al final de
la obra. El orden es ciertamente insólito. Primero aparece el índice
de láminas, después sigue la página de erratas y por
último aparece el índice de capítulos. Los dos primeros
elementos no tiene ninguna numeración pero el índice de capítulos
exhibe una numeración que va de la página IV a la VI, omitiendo,
como es uniforme en todo el libro, el número III de la primera página
de este índice. En un principio se pensó que esto se debía
a un problema de reencuadernación del ejemplar del Centro de Estudios
Literarios, donde se percibió el problema, y que los índices
formaban parte de la numeración inicial del prefacio, pero confrontándolo
con el de la Biblioteca José Vasconcelos, se halló que ambos
tenían la misma disposición. La explicación que se
encontró es que los índices, colocados al final de la obra,
tienen otra paginación en números romanos. Así, el
número I correspondería al índice de láminas
y el II a una página en blanco. La página de erratas, por
su misma naturaleza, carecería de numeración.
Los problemas de ortografía
y puntuación son quizás los más complejos. El uso
de cursivas y de comillas es complicado pues no hay un patrón que
permita diferenciar claramente los casos en que se aplican. En ocasiones,
la intención de Tablada parece ser demostrar su autoridad sobre
el tema que trata a través de la utilización de palabras
en cuya grafía se refleja su conocimiento de la pronunciación
original en japonés. En otras, se perciben la búsqueda y
el placer artísticos por lo exótico, típicos de fines
del siglo XIX y principios del XX y característicos de nuestro Modernismo.
Sin embargo, la utilización de estos signos a veces también
parece coincidir con el simple criterio editorial de subrayar las palabras
extranjeras.
En esta edición electrónica,
se procuró diferenciar su utilización tratando de reservar
las comillas a citas textuales, a traducciones de títulos de obras
japonesas, o a señalar sentidos peculiares de algunas palabras o
sobrenombres de personas. Las cursivas se mantuvieron en las palabras en
que se percibe el despliegue de autoridad de Tablada o su intención
exotizante. Sin embargo, cuando dichas palabras se repiten frecuentemente
–como es el caso de "daimio", "samurai", "gueisha", etc.–, se prefirió
aligerar el texto.
Tablada entrecomilla algunos
nombres de lugares como el río "Ayasé", en la página
60. En casos como éste, se retiraron las comillas; sin embargo,
en otros se mantuvieron, porque el texto entrecomillado es inmediatamente
explicado por el autor con lo que parece ser una traducción literal.
Esto sucede, por ejemplo, en la página 66, cuando Tablada se refiere
a "un puente sobre la presa 'Koumé' o de los Pequeños Ciruelos".
En otros casos de traducción, se prefirió poner el texto
japonés en cursiva y la traducción entre comillas, como sucede
en la página 8: "hizo construir una casa que llamó Un-koku-an,
o sea 'Ermita de la cañada nivosa'" Cabe enfatizar que en el original
Un-koku-an no está entrecomillado. En cambio, en la página
9, las palabras en japonés sí aparecen entrecomilladas, por
lo que el texto quedó finalmente así: "Nippon Meesan tsuyé
o sea 'Montañas famosas del Japón'". En el caso de obras,
se optó por dos estrategias, dejando en ambas que el texto en japonés
apareciera en cursivas. Si la traducción del título de la
obra se encontraba entre paréntesis, por economía se dejó
en redondas; si no, se cambió a cursivas. Por ejemplo, en la página
68 aparece como parte de una enumeración el siguiente título:
"Katsuragué no Sato.–(Aldea de Katsuragué)"; mientras
que en la página 89 se hace referencia a una de las obras más
famosas de Hiroshigué: de la siguiente manera "Tokaido Goshiusan
Tsuguí o Las 53 Estaciones del Tokaido".
El texto de traducción
explicativa también puede aparecer sin entrecomillado en el texto
original. Esto sucede principalmente cuando se trata de palabras que no
son nombres propios. Por ejemplo, en la página 66 se lee: "una 'tchaya'
o casa de té". En estos casos, se prefirió sólo poner
el texto japonés en cursiva. Las mayúsculas también
se utilizan en el texto para efectos similares, como en "Daimio" o "Samurai",
por lo que en la mayoría de los casos se decidió retirarlas.
De la puntuación original
sólo se modificaron sistemáticamente algunos detalles como
reducir los puntos suspensivos a tres. En general, se procuró seguir
la lógica de la puntuación existente corrigiendo algunos
problemas, como la inserción de una coma entre sujeto y verbo; la
omisión de algún signo en construcciones que, por su paralelismo,
debían incluirlo; y el abuso de los dos puntos. Como sucede en los
otros libros incluidos en este disco compacto, la apertura de los signos
de interrogación y de admiración no sigue una regla, por
lo que se decidió reproducirlos tal cual se encontraron.
Las notas del autor se conservaron
al pie de la página y a sus llamadas se les agregó una liga.
La numeración, que en el texto original recomienza en cada capítulo,
se hizo única para todo el libro. También se hicieron algunas
correcciones en las llamadas de notas pues, como sucedía en la página
103, la llamada antecedía al fin de la cita. Las referencias de
las obras citadas a pie de página se dejaron como Tablada las anotó
pues en varios casos la información es insuficiente para sistematizarlas.
El libro tiene señaladas
en la página de erratas algunas que se procuró uniformar
en todo el texto, como fue el caso de "Yriusai", en la página 39,
pues en la 40 se convertía en "Iriusai". En este caso se optó
por "Yriusai" que es la forma que se da por correcta en la página
de erratas. Hubo otras erratas que no están señaladas en
la edición original pero que son obvias, como la que en la página
68 dice "ermita" cuando a todas luces lo correcto es "eremita". Todas ellas
fueron corregidas. En algunos casos fue posible aclarar erratas en los
nombres japoneses: el barrio de Asakusa en ocasiones aparecía referido
como "Asaksa", o la ciudad de Ueno como Uyeno. De esto queda testimonio
en algunas imágenes que hacen referencia a estos lugares, pues no
nos pareció conveniente modificar los letreros de las digitalizaciones.
En otros casos no fue posible esclarecer cuál era la versión
correcta, como sucede en la página 93, donde se hace mención
de Las cincuenta y tres estaciones del Tokaido de dos maneras: Gojusan
tsugui o Gojiusan tsuki. Esta obra incluso recibe otra grafía
en la página 91, Tokaido Goshiusan Tsuguí. Algunos
otros nombres propios se uniformaron. Por ejemplo, las pocas veces que
apareció Okusai se cambió por Hokusai.
La costumbre de Tablada de escribir
los poemas con mayúsculas al principio de cada verso se mantuvo.
En las enumeraciones de piezas de diversos catálogos se uniformó
el criterio de colocar una línea en blanco antes de iniciar la serie
y después de ella. Se respetó la costumbre de Tablada de
no acentuar "buho" y de acentuar "saúz". En cambio, se modernizaron
palabras como "Budha" y "budhista", "thé", "obscuro", y se les retiró
el acento a monsílabos como "fué", "vió", "dió",
etc.
Aparte del texto y las imágenes
originales, esta edición electrónica cuenta con dos galerías
de imágenes, a las que se puede entrar desde la portada de la sección,
es decir, sin entrar propiamente a Hiroshigué. En una de
ellas se concentran todas las láminas y dibujos incluidos en el
libro para que el lector tenga una visión panorámica de este
aspecto gráfico. En la otra, se muestran varias láminas a
color de obras de Hiroshigué tomadas del libro Hiroshige
de Yone Noguchi (Ed. Orientalia, Nueva York, 1921), que pertenece a la
parte de la colección japonesa de Tablada custodiada actualmente
por la Biblioteca José Vasconcelos. Nos pareció que esta
galería sería útil al lector pues algunas de las imágenes
que tiene están incluidas en blanco y negro en Hiroshigué,
como es el caso de "Puente de Yedo" y "La lluvia en el camino", mientras
que otras son comentadas por el poeta, como aquella que muestra dos peces
con dos camarones y que el autor describe maravillado en la páginas
81 a 83.
Hiroshigué: el pintor
de la nieve y de la lluvia, de la noche y de la luna es una obra clave
en la trayectoria literaria de José Juan Tablada. No sólo
es el trabajo más elaborado del japonismo del autor sino que constituye
el eslabón que explica la transformación de su poética.
Tan fuerte es la identificación de Tablada con Hiroshigué
que podría decirse que en Un día… Poemas sintéticos
el poeta, en el paisaje paradisiaco de la estación veraniega La
Esperanza, cerca de Bogotá, adopta la personalidad del pintor japonés
y se convierte, por medio de las palabras, en el pintor de la naturaleza
que alguna vez quiso ser.
Rodolfo Mata
|