Rostros orientales

 

FICHA CATALOGRÁFICA
 

30. Rostros orientales.
José Juan Tablada.
1a. quincena de septiembre de 1900.
Tinta sobre papel cebolla.
8 3/8 x 4 7/8"
[Ext. inf. ms. a lápiz: "III.17. 1ª Quincena Sept 1900" firmado con dos monogramas de JJT, uno en ext. inf. izq. y otro en ext. der. Dobleces y manchas de clip.]
 
 

NOTA
 

José Juan Tablada calcó estas imágenes para ilustrar la crónica "Sitios. Episodios. Impresiones", segunda de la serie "En el país del sol", publicada en la Revista Moderna (1ª quincena de septiembre de 1900, pp. 257-261). En ella relata la llegada del barco, que abordó en San Francisco, al puerto de Yokohama, Japón; su instalación "en una callejuela inaccesible para las bicicletas, donde no hay letreros en inglés, ni cantinas americanas, y donde puedo, durante los largos días lluviosos de la estación, tener siempre ante los ojos un panorama encantador y esencialmente japonés: un paisaje de Hiroshigué, en fin!"; y sus primeros paseos por la ciudad. El poeta se dice "perplejo, confundido, anonadado", por todo lo que hiere sus sentidos y arrebata su atención. Para hacer justicia a unas cuantas horas de estas impresiones necesitaría "meses de labor benedictina". Por ello, anuncia que no será metódico ni regular en sus exposiciones sino que entregará apuntes, "todo como venga". A propósito, cita una anécdota de Hokusai quien, cuando llevó a su editor las 300 composiciones más trascendentes de su obra y éste le preguntó con qué nombre las publicaría, respondió: "Mangua", cuya traducción literal significa, explica Tablada, "dibujo como viene". De esta manera, el poeta concluye: "Mangua serán, pues, estas crónicas, acuarelas rápidamente lavadas en el álbum de viaje; frágiles aspectos de kaleidoscopio que se fijarán en el paciente mosaico de mañana, en el soñado libro futuro!"
    El primer asunto del que se ocupa Tablada es la descripción de los carruajes de tracción humana que, afirma Atsuko Tanabe, eran uno de los elementos que más impresionaban al viajero occidental:

Djinrichi! Kurumaya!, breve cochecillo de hada! Eres negro como las góndolas, resbalas como un trineo, y a veces, cuando voy sobre ti y saltas raudo y elástico, me figuro que cabalgo muellemente sobre el lomo de un avestruz! Te encuentro donde quiera, y el hércules bronceado que te arrastra afecta clásicas posturas; se tiende airosamente, haciendo gala de su musculatura soberbia, como "El Corredor" de Heredia, cuando lleva a un impaciente hacia el placer anhelado; en ocasiones, cuando espera ocioso, se cruza de brazos, de pie, inmóvil, dejando que su alba túnica de verano le dé el aspecto de una cigüeña plantada al borde de un lago y plagiando la inestable postura de nuestro santo Estilita! Y oh Djinrichi, frágil, breve y elástico!, yo he visto una noche a tu estoico dueño cubierto con un impermeable gris como la piel de un batracio y entonces, bajo la lluvia y la luna, tu musculoso y bronceado conductor se acurrucaba, en cuclillas junto a un haz de lotos, como un enorme sapo!...
    El Djinrichi es el carruaje de Ceneréntola, cuando lleva a los jardines del Bluff a una musmé de faz blanca y rojos labios –como un pierrot que chupara una cereza–; el Djinrichi con sus negras ruedas delgadas y su negro asiento, parece una gran tarántula cuando se inmoviliza en el claro, bañado por la luna, de un negro bosque de bambúes...
Tablada se refiere a este carruaje con la grafía djinrichi cuando en realidad, según Atsuko Tanabe, fonéticamente debería transcribirse como dyinriki. En esto, continúa la estudiosa, se percibe la influencia de Pierre Loti, quien dedica páginas y páginas a este llamativo medio de transporte (Atsuko Tanabe, El japonismo de José Juan Tablada, p. 73). La imagen incluida en el archivo es exactamente la misma que fue publicada en la Revista Moderna como remate gráfico del artículo:
 
 

Un poco antes, en la misma página 261, se encuentra la imagen de las máscaras, igual, con el monograma JJT seguido de la aclaración "copió":
 
 

El propósito de la imagen es ilustrar el último episodio narrado. El poeta describe el inicio de la noche en Yokohama, cuando ve aumentar en las calles la afluencia de seres heterogéneos y pintorescos entre los que se encuentran los ciegos, los "serenos" y los titiriteros, y termina expresando su nostalgia por la amada, la cual se repite en casi todas las crónicas de la serie:

Entonces en los barrios bañados por la luna resuenan músicas extrañas y gimen pregones melancólicos...Ya es el sereno que golpeando por intervalos dos trozos de madera, ronda con el único fin de inquirir si algún incendio se inicia en la zona que vigila... El golpe incesante de sus maderos inquieta en medio de la calma nocturna; tiene algo del seco chasquido con que los xilófonos imitan el crujir de los huesos en las danzas macabras. Luego se escuchan las dos notas agudas del flautín con que, errando por la ciudad obscura, se anuncian los ciegos que practican el masaje... hay momentos en que a un tiempo se escuchan varios pífanos en distintos rumbos y sus dos notas agudas y monótonas suenan entre las sombras como un concierto de gigantescos grillos...
    ¿Pero qué grupo de siniestros decapitados avanza conducido por negros verdugos, al fulgor sangriento de las antorchas: y seguido por una multitud ansiosa?... Hay rostros cadavéricos de ojos inyectados, de largos mechones de cabello pegados a las sienes por el sudor de la agonía, y hay otros pálidos, blancos, como vacíos de sangre durante el largo suplicio... Hay que tranquilizarse, los negros verdugos no son más que titiriteros ambulantes, y los trágicos ajusticiados son sus marionetas! Los buenos artistas del arroyo se instalan frente a una puerta y la función comienza; el teatro es una barandilla de bambúes más simplificada que un teatrillo guignol. Cada artista toma a un pelele en sus brazos y lo mueve con tan singular destreza, y por otra parte los marionetas están tan bien modelados con sus faces que gesticulan y sus miembros de goznes, que la ilusión es perfecta! En el fondo un anciano toca el shamisen y cambia de voz a medida que simula el parlamento del marioneta daimio o del samurai o de la princesa. Aquellas representaciones son dramas espeluznantes y epopeyas furiosas; hay dúos de amor entre la musmé que tiembla como una paloma y el samurai que ruge como un tigre... Y aquello es patético, y su realismo, lleno de arte, os conmueve y os hace seguir con ansia las peripecias de esos sabios simulacros del amor, de la cólera y de los celos!
    Yo sabía que los japoneses, grandes comediantes, tienen el honor de poseer a Danjuro, el primer actor del mundo, según la crítica europea; pero nunca pude figurarme que la habilidad y el talento de esos artistas magos lograra convertir un teatro guignol, un tablado de títeres, en un proscenio ardiente y tembloroso bajo el choque de las pasiones humanas!
    Hasta muy avanzada la noche, se siguen desarrollando los pintorescos episodios de aquella misteriosa vida. Pronto todo cae en el sueño; durante algunos minutos sobre los tabiques de papel de la casa de té de enfrente distingo sombras chinescas, figuras que pasan y se proyectan en intensas siluetas; luego las luces se apagan, y en el silencio, en el hondo silencio de mi soledad y de mi nostalgia, sólo escucho el lamentable pífano de un ciego que se obstina, y por fin me duermo, soñando vagamente en mi amada a quien miro aparecer en medio de un a madrugada gloriosa, bajo un sol que se levanta, sobre un negro bosque de pinos cuajado de rocío...

 

RMS